Por esto días los medios oficiales cubanos hacen gala de su carácter de propaganda política, sin ningún apego a los mínimos requisitos de una información periodística. De paso, muestran su servilismo hacia el Kremlin al tachar de “desmilitarización” lo que es una cruel invasión del territorio de un país, además achacan las culpas de la entrada de tropas rusas en Ucrania al Ejecutivo de Volodomir Zelenski.
Por suerte, tenemos medios independientes y acceso a internet, a pesar de los elevados precios y los múltiples sitios bloqueados que sufre este último. A lo que hay que sumarle, nuestro largo entrenamiento para buscar todo aquello que esté censurado o prohibido, que se pone a prueba en casos como este para poder completar las noticias que el patético Granma y el tóxico Cubadebate intentan manipular a su antojo.
Por suerte, pero sobre todo porque hemos empujado el muro de tanto control informativo, ya no somos aquel pueblo que se creyó tantas mentiras difundidas por los medios controlados por el Partido Comunista. Lejos quedan los tiempos en que millones de personas en esta Isla se tragaban aquello de que el envío de soldados a África era para pagar una “vieja deuda histórica” con ese continente; o que los últimos cubanos en la isla de Granada se habían inmolado “envueltos en la bandera”… u otros tantos autoataques que se propinó el castrismo para después manipular el dolor de un pueblo y recortar aún más libertades a los ciudadanos.
Por suerte, ya no somos aquellos a los que se les podía prohibir tan fácilmente leer Novedades de Moscú, hacerles creer que el vecino de su edificio era un agente de la Otan y por lo tanto había que encarcelarlo por largos años o asegurarles que Vladimir Putin es un líder bonachón que solo quiere salvaguardar la seguridad de los rusos.
Ahora, el que se quede con esas esperpénticas versiones es porque prefiere la papilla informativa y no indagar, cuestionar o buscar más allá. Ahora, el que no ha visto las imágenes de las bombas cayendo sobre edificios en Kiev, los tanques rusos arrasando a su paso y la población indefensa, con sus hijos y sus mascotas, temblando en los túneles del metro mientras afuera suenan los misiles, es porque no quiere, porque se niega a saber, porque se ha tapado los ojos y los oídos a la verdad.
Ya no somos los mismos ni pueden mentirnos de la misma manera, pero la prensa oficial no acaba de darse cuenta.
Este artículo fue publicado originalmente en 14ymedio el 26 de febrero de 2022