Hay que reconocerle a Maduro que a pesar de estar acorralado por la investigación que lleva a cabo la Corte Penal Internacional y los informe de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU que le son adversos hasta ahora, ha encontrado la forma de aminorar los daños reciclando diálogos que nunca llegan a nada concreto, en esta oportunidad después de patear la mesa y quebrar lanzas por Alex Saab, insiste en que está reformateando el dialogo para que los alacranes y los partidos secuestrados por el TSJ a sus legitimas autoridades participen, lo que se entiende es que un nuevo dialogo con la participación de la oposición fiel a Maduro no conducirá a un adelanto de elecciones presidenciales que es el ´principal objetivo de cualquier negociación que se produzca con Maduro y compañía.
Juan Guaidó ha hecho lo humanamente posible pero no lo políticamente correcto para unir a la oposición y enfrentar a un régimen, que externamente se presenta sin fisuras cuando todo el mundo intuye que a lo interno existen fuertes contradicciones y luchas internas por el poder. En el caso de Guaidó, la Presidencia Interina no ha contado con un respaldo positivo, por el contrario los distintos factores y personalidades que integran el universo de las oposiciones venezolanas no pierden oportunidad para descalificar y disparar a conveniencia en contra del joven político que le tocó hacerse cargo de tamaña responsabilidad, sin que estuviese en sus planes el papel protagónico que le ha tocado desempeñar frente al mundo.
Para ser descarnadamente sincero, no hay nadie en este momento en Venezuela o en el exterior que pueda hacer lo políticamente correcto para enfrentar a Maduro y su régimen, es tal la magnitud del problema, que es prácticamente imposible que los venezolanos podamos recuperar la libertad y la esperanza sin la ayuda decidida de las democracias occidentales.
Por eso cualquier mecanismo de intermediación con participación internacional que se dé en México o en cualquier otro país, tiene que plantear el adelanto de las elecciones presidenciales, porque de lo contrario no estaríamos aportando soluciones a la crisis sino conviviendo con ella, acostumbrándonos a la jaula, padeciendo el Síndrome de Estocolmo, que ya se está extendiendo en sectores opositores que agradecen a los que han arruinado el país que les den unas migajas, que en nada reparan el enorme daño que le han hecho a Venezuela y a los venezolanos.