Felix Kersten era el médico personal del sanguinario Heinrich Himmler, el jefe de las SS. A cambio de sus terapias liberaban a presos de los campos nazis.
El sanguinario Heinrich Himmler, el jefe de las SS, sufría terribles calambres de estómago y solo los masajes de su médico Felix Kersten le aliviaban, un terapeuta que logró en esas sesiones salvar la vida de decenas de miles de presos condenados a una muerte segura en los campos de concentración nazis.
Por Clarín
En 350.000 personas cifra el historiador François Kersaudy (1948) las vidas salvadas por este médico de pasaporte finlandés, uno de los fisioterapeutas más prestigiosos de la época que recibió en 1939 la petición de atender a Himmler y, tras vencer sus dudas iniciales, se convirtió en su médico personal o, en palabras de Reichsführer, en su “Buda mágico”.
Y en lugar de recibir honorarios, pidió que le remuneraran mediante la liberación de los judíos y combatientes. El Congreso Judío Mundial cifra en 60.000 judíos las vidas que no fueron exterminadas gracias a la mediación de Felix Kersten pero Kersaudy sostiene que son muchas más en su libro “El médico de Himmler”.
En febrero de 1945 los nazis decidieron que volarían los campos de concentración con todos sus prisioneros y guardas dentro conforme los aliados se acercaran a una distancia de 8 kilómetros, una información que llegó a oídos del Congreso Judío en Estocolmo, que pidió ayuda a Kersten para que intentara impedirlo a través de Himmler.
El médico tardó ocho días pero logró convencer durante sus sesiones al jefe de las SS que desistiera de volar los campos en los que se hacinaban 350.000 personas, ha señalado el autor, especialista en la Segunda Guerra Mundial.
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