Roman Abramóvich adquirió fama en Europa gracias a la compra del Chelsea. Cuando todavía estaba poco de moda que magnates dieran el salto al mundo del fútbol, un sector que siempre se ha caracterizado por su poca rentabilidad (suele dar pérdidas), el ruso lo hizo en 2003 comprando el club londinense: tenía tan solo 36 años, pero una fortuna ya valorada en 5.700 millones de euros (según Forbes) y multitud de inversiones en marcha (sector energético, aeronáutico o del aluminio). ¿El valor de la compra del Chelsea? En torno a 200 millones de euros: 85 millones por algo más del 50% y 114 millones de euros por las deudas que arrastraba el club.
Lo cierto es que ha sabido, como pocos en el mundo del fútbol, gestionar bien al club: tanto es así que en menos de 20 años lo ha llevado a la cima del fútbol, consiguiendo ganar ligas y dos Champions League (el Chelsea nunca había conquista una). Y todo este cúmulo de éxito también se ha traducido en el abismal aumento del valor del Chelsea, que ahora está en torno a los 3.000 millones de euros. Es decir, casi 30 veces que lo que le costó al oligarca ruso.
Abramóvich se ha convertido en un icono en el mundo del fútbol y eso le ha dado una gran popularidad en Europa, que se ha visto truncada por la invasión rusa en Ucrania. Su afinidad al Kremlin (aparte de los negocios, siempre ha estado involucrado en la política de su país) le ha salido caro, pero parece que más caro aún le ha salido tratar de buscar una solución al conflicto. Tanto es así que fue presuntamente envenenado el 3 de marzo por reunirse en Kiev con dos representantes de la delegación ucraniano por intermediar para la paz. Ahora se encuentra en paradero desconocido.
El oligarca ruso, que amasó su riqueza gracias a Boris Yeltsin (es decir, antes de que Vladímir Putin en el Kremlin) con la petrolera Sibneft (llegó a estar en el top5 de las más importantes del mundo), tiene ahora una fortuna que podría superar los 10.000 millones de euros. Y, con todo ese patrimonio, se permite muchos lujos. Entre ellos, dispone de una colección de yates, con los cuales suele pasearse por la costa catalana.
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