El horror ruso en Bucha: “Puse la calcomanía de ‘Niños’ en el carro pero seguían atacándonos como locos”

El horror ruso en Bucha: “Puse la calcomanía de ‘Niños’ en el carro pero seguían atacándonos como locos”

Vehículos e infraestructuras destruidos por combates y bombardeos en una gasolinera en la ciudad ucraniana de Bucha, en una imagen tomada tras la salida de las tropas rusa de la localidad.
MYKHAYLO PALINCHAK / SOPA / DPA / EUROPA PRESS

 

 

 





“Compre un apartamento en el paraíso cerca del bosque”, “Una casa perfecta para los que están cansados del ritmo de la ciudad”… Los carteles que quedan en pie en Bucha cuentan cómo era la vida en esta ciudad antes de la guerra, con sus enormes centros comerciales, las tiendas de reformas, los parques infantiles, los supermercados, el cercano bosque de pinos. Los carteles no mentían. Irpin y Bucha eran dos ciudades en los alrededores de Kiev que lo tenían todo para una vida cómoda y accesible fuera de la capital. Ahora son casi ciudades fantasma, dos urbes de miedo y muerte.

OLHA KOSOVA // 20 MINUTOS

El día que las tropas ucranianas liberaron la región de Kiev, las carreteras se convirtieron en las primeras escenas de crimen que dejó en shock a la comunidad internacional. En los accesos a la carretera que lleva a la capital, este lunes, había coches abandonados con agujeros de bala. Uno de ellos llevaba una inscripción que decía “Los niños” junto con banderas blancas quemadas.

A Nina, una mujer de 56 años, la guerra la cogió en Nimeshayevo, un pueblo cercano a Bucha. Cuando entraron los rusos, ella junto con su hija, su yerno y dos nietos de diez y trece años estaban en su casa. Escucharon los gritos de su perro y se escondieron en un trastero de su casa justo en el momento en que empezaban a sonar los tiroteos y se rompían con estrépito los cristales de las ventanas.

“No sé cuánto tiempo pasó porque el tiempo se nos hizo eterno. Cuando se fueron nos dimos cuenta de que estaban buscando alcohol”, comenta Nina. Decidieron seguir escondidos un tiempo prudencial para preparar un plan de salida. Después, como se rumoreaba que una de las rutas estaba libre, decidieron juntarse con otros coches y salir en una columna.

“Parecíamos animales en el bosque. Cosí dos banderas grandes y puse la pegatina de los niños, pero seguían atacándonos como locos”

“En uno de los checkpoints nos encontramos con un soldado ruso que nos pareció muy majo. Incluso nos aconsejó cerrar la ventana para que los niños no tuvieran frío”, explica Nina. Pero después resopla al recordar lo que sucedió pocos minutos más tarde. “Intentamos salir a la carretera principal y ahí es donde empezaron a dispararnos. Parecíamos animales en el bosque. Cosí dos banderas grandes y puse la pegatina de los niños, pero seguían atacándonos como locos”, asegura Nina con la voz temblorosa.

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