“El patrimonio no tiene precio”: la recuperación de un museo venezolano sugiere un cambio en el régimen

“El patrimonio no tiene precio”: la recuperación de un museo venezolano sugiere un cambio en el régimen

Una escultura de James Mathison almacenada en las bóvedas. En febrero, The New York Times visitó la bóveda principal y constató que las obras más importantes del museo aparentemente están en buenas condiciones. (foto Adriana Loureiro Fernandez)

 

En un complejo de viviendas en decadencia lleno de callejones llenos de basura, comercios cerrados y jardines estériles se encuentra uno de los mayores mayores tesoros artísticos en América Latina.

Por Anatoly Kurmanaev y 

Las bóvedas que están encima de los sótanos inundados contienen la mayor colección pública de obras de Pablo Picasso en la región. También cientos de millones de dólares en pinturas y dibujos de maestros como Joan Miró, Marc Chagall y Lucian Freud.

Cerca de 700 esculturas de artistas icónicos, entre ellos Salvador Dalí y Fernando Botero, están en un gran salón, amontonadas para protegerlas de la invasión de la humedad.

Este es el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, o MACC, que alguna vez fue referente de educación cultural, y que ahora es víctima del colapso económico y el autoritarismo.

El museo, impulsado por la riqueza del petróleo venezolano, organizaba exposiciones de artistas de renombre internacional, compraba obras maestras y promovía artistas locales pioneros, proyectando la imagen de una nación que avanzaba a toda velocidad hacia la modernidad y la prosperidad. Ahora, los trabajadores mal remunerados del museo y los funcionarios culturales se esfuerzan por preservar y exhibir la colección luego de años de deterioro, cierres técnicos y la indiferencia de los organismos oficiales.

El declive del museo ilustra los efectos duraderos de la polarización política en la cultura nacional. La “revolución cultural” lanzada por el gobierno socialista de Venezuela en 2001 convirtió en un campo de batalla a todas las instituciones y dividió a los ciudadanos en fronteras ideológicas, destrozando la herencia cultural común de las últimas dos décadas.

“La cultura aquí, como todo, se polarizó”, dijo Álvaro González, un experto en conservación artística que trabaja en el museo. “El arraigo de lo que somos lo perdimos”.

Gracias al trabajo del equipo de González y el Ministerio de Cultura, así como a la presión de la sociedad civil y los medios locales venezolanos, el museo reabrió parcialmente en febrero luego de pasar dos años cerrado, un síntoma de la reciente –aunque desigual y modesta– recuperación del país.

Una escultura ubicada en una de las plazas de Parque Central. (foto Adriana Loureiro Fernandez)

 

Los trabajadores han repintado cinco de las salas de exposición del museo, sellaron el techo que gotea y remplazaron los focos fundidos con mobiliario moderno. Los funcionarios dicen que se realizan reparaciones en las ocho salas restantes.

El espacio renovado muestra 86 obras maestras seleccionadas del acervo de 4500 que posee la colección del museo. Una visita de The New York Times a la bóveda de almacenamiento principal en febrero encontró que las obras más importantes del museo parecen estar en buenas condiciones.

Algunos funcionarios consideran que la reapertura parcial del MACC presagiará una recuperación más amplia del ambiente artístico, en tanto el presidente Nicolás Maduro abandona las políticas sociales y económicas socialistas radicales en pro de un enfoque más moderado con el fin de atraer la inversión privada.

“La colección de nuestros museos es patrimonio de todo el pueblo venezolano, y por eso es tan importante que los espacios estén en óptimas condiciones para su preservación”, comentó Clemente Martínez, presidente de la Fundación Nacional de Museos, que supervisa los museos públicos de Venezuela.

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