La propuesta de María Corina Machado de realizar una consulta para renovar y elegir una dirección política, que trabaje para rescatar la democracia y enfrente a Maduro, tendría piso si los partidos y sus dirigentes participaran en el evento electoral exponiendo ideas, planes, proyectos para sacar del poder a quienes han arruinado al país en nombre de una supuesta revolución socialista, que ha empobrecido a la mayoría de los venezolanos en los 23 años que lleva de saqueo y desmontaje del parque industrial y agropecuario, como de la industria petrolera que se encuentra prácticamente operando a un mínimo de su capacidad, entre otras tragedias como las instituciones parcializadas del estado, los servicios públicos, la atención hospitalaria, la educación y las condiciones de miseria de la población.
Pero lamentablemente el pragmatismo y la convivencia con el régimen de la mayoría partidista, nos indican que no va a ser así, las ideas y el líder que las encarne, que las haga realidad quedará en propuesta, como tampoco habrá ninguna renovación, porque los principales partidos opositores han dejado de imaginar con desalojar a Maduro antes del 2024, por lo que el planteamiento de María Corina se encuentra en un río turbulento en donde unos reman con la corriente en sus carapachos de partidos hacia la meta que ha impuesto Maduro en 2024 sin hacer mucho esfuerzo y otros como la propia María Corina y Andrés Velázquez se lanzan a nado sin importarles los riesgos, intentando llegar a la orilla para buscar ayuda, encontrar la manera de convencer a los que contemplamos como el río se lleva todo por delante, que si es posible detener la corriente si ayudamos a construir un dique histórico con la participación de la mayoría y con la conducción moral y ética correcta de un plan y un líder que lo ejecute.
En el pasado los acuerdos nos salvaron de las dictaduras, pero para eso se requiere grandeza de espíritu como la que mostraron en su momento Betancourt, Caldera y Villalba. En la Venezuela de hoy la oposición ha sido rebanada, cortada, disminuida a su mínima expresión por un régimen que no toma vacaciones y por los propios errores que se han cometido, entre ellos el del 11 de abril de 2002, que con la marcha más nutrida de toda la historia venezolana y con la sangre y la vida de venezolanos, se logró la renuncia de Hugo Chávez por unas horas.
Esa oportunidad se perdió y ya se ha derramado bastante tinta sobre las causas, el problema de hoy es que Maduro que de bruto no tiene un pelo, ha impuesto un relato de tiempo que ha sido aceptado por los partidos del llamado G4, con lo que la creación de planes para desalojarlo se ha reducido casi a cero, si no fuese porque María Corina y un grupo de venezolanos dentro y fuera de Venezuela, insisten que no podemos dejar de imaginar a una Venezuela libre.
El poder de la imaginación es de majaderos como se ha dicho del personaje más famoso de Cervantes y de muchos otros que no se dejan colocar bozales mentales. A la propuesta de María Corina de renovación de liderazgo le faltan muchas aristas y lo más seguro es que los que van en sus carapachos de partidos remando hacia el 2024, ciegos de historia y de grandeza la rechacen y remen para apartarse de una contagiada de optimismo, que no apuesta por su organización sino por su constancia, propuestas y liderazgo.
Por lo menos habrá alguien dentro de Venezuela que nos recordará en el 2024, si no ocurre un cisne negro o una fractura interna aguas arriba del gobierno de Maduro, que pudimos imaginar un país distinto con una oposición unida, con planes y dirección para salir de esta pesadilla que algunos están percibiendo como un sueño normal, donde todo se está arreglando y que en 2024 vamos con el CNE del gobierno, el TSJ del gobierno, el Plan República del gobierno y una oposición con más candidatos que votos a despertar de la pesadilla de Maduro.