El juicio más injusto de la historia, condujo a la condena de Jesucristo, quien pocas horas después de su muerte, abrió las puertas del Cielo. Los principios universales del debido proceso, juez natural, presunción de inocencia, no fueron aplicados al proceso del Hijo de Dios. Su corto pasaje por este mundo, fue suficiente para exhibir muchas enseñanzas a la humanidad, y una de ellas fue mostrar el linchamiento en la “apariencia” de un Estado de Derecho.
Por ello, en Semana Santa, se reavivan las peticiones de restablecimiento de la justicia, libertad para los presos políticos, entre muchas injusticias terrenas.
El juicio a Cristo no fue realmente un proceso, fue un linchamiento, con todos los horrores de las violaciones legales, tanto a la ley judía como a la ley romana de la época. Escribió José Elías Romero en su libro “El Proceso a Cristo” lo siguiente: “A los judíos no se les acusa de crueldad sino de traición, y a los latinos no se les acusa de traición sino de crueldad… Los romanos no enfrentaron a Jesús por razones religiosas; fueron los propios judíos”. A Cristo, lo dice el penalista Romero, no se le respetó ningún principio universal (esbozados por los romanos), y se le mató bajo procedimientos penales de entonces, pero bajo un proceso violatorio de esas propias leyes vigentes. El proceso a Jesús es, por lejos, el proceso penal más importante de la historia. Tan pronto Jesús fue aprendido en el Monte “Getsemaní” lo llevaron donde Anás (suegro de Caifás, sumo sacerdote de aquel año). Era la primera vez que Jesús se enfrentaba a su más fiero enemigo. En poco tiempo (horas), a Jesús lo interrogan Anás, Caifás, Herodes y Pilatos. En ese espacio ocurren claras violaciones a la ley judía: notoriedad y privacidad. Nadie podía ser juzgado al amparo de las sombras ni en la clandestinidad. Dice la historia que el interrogatorio hecho por Anás fue sin la presencia de testigos y sin abogado que abogase por Jesús, aunque José de Arimatea ante el Sanedrín cumplió este papel. La principal acusación contra Jesús era la blasfemia. Del Interrogatorio a Jesús formulado por parte de Anás quedó claro que éste no tenía competencia para juzgarlo y por ello lo remitió a Caifás. El juicio a Jesús ante el Sanedrín o Sanhedrín comenzó a las 4:00 a.m. del día viernes. El Sanhedrín era la cúpula de la autoridad judía. Estaba integrada por 70 personas representantes del dinero, de la religión y del saber. Este cuerpo condena a Jesús por blasfemo o falso profeta. Esta reunión violó claras normas jurídicas del derecho penal judío de la época; a saber: 1. El Sanhedrín no estaba autorizado para celebrar esta clase de reuniones en la casa del sumo sacerdote. 2. En los procesos penales no podía aplicar la pena capital y no podía juzgarse en los días festivos ni en la víspera. 3. Ningún acusado podía ser condenado con base en su propio dicho. 4. No se presentaron testigos a acusar a Jesús. 5. La blasfemia tal como fue tratado por el Sanhedrín, no debió concluir en culpabilidad, pues Jesús no blasfemó contra Dios. Es decir, el proceso ante el Sanhedrín se sustentó básicamente en la afirmación de Jesús que él era el hijo de Dios. Se afirma que a las 6:00 a.m. de ese viernes, el Sanhedrín emitió su sentencia de muerte y remitió a Jesús a la autoridad romana para su ejecución. En esa época Judea estaba bajo la dominación romana; por tanto, no podía ejecutar la sentencia, esto es, matar al acusado. Y el poder en Judea lo ejercía Poncio Pilatos, como gobernador; por tanto, procurador y preceptor del Imperio. Se dice que los representantes del Sanhedrín llegaron donde Pilatos a eso de las 8:00 a.m. Se sabe que la primera pregunta que le hizo Pilatos a Jesús fue “¿Eres tú el rey de los judíos?” y Jesús le respondió “Tú eres el que lo dice”. Y cuando Pilatos les quiso devolver a Jesús a los judíos aduciendo que no encontraba falta alguna, los judíos le dijeron que no tenían facultad para aplicar la pena de muerte. La historia también cuenta que ante esta situación Pilatos envío a Jesús donde Herodes Antipas, quien no lo condena porque lo considera un “extraviado mental” por tanto, lo devolvió a Pilatos. Eran las 10:00 a.m. del día viernes de la Pasión. Luego, de nuevo Jesús ante Pilatos, Caifás cambió la acusación. Acusó a Jesús de “alborotador”, esto es, que predicaba no pagar los impuestos al César. En el fondo, cambiaron una acusación religiosa por una política. Serían las 11:00 a.m. de ese viernes cuando Jesús es devuelto a Pilatos. En ese momento de produce el enfrentamiento de Pilatos con la muchedumbre. Pilatos pregunta “¿Qué hago con Jesús? y la muchedumbre responde “¡crucifícalo, crucifícalo!”. Y Pilatos temeroso toma agua y se lava las manos de la sangre que iba a derramar de un hombre inocente. Pilatos, cuenta la historia, buscó dejar en libertad a Jesús, pero el temor a la muchedumbre y al César hizo que se acobardara.
¿Cuántos Pilatos tenemos hoy en la Administración de Justicia? Jueces y magistrados con temor, con pavor a lo que piense el Ejecutivo de sus fallos. No queremos más “Poncio Pilatos”. Pilatos soltó a Barrabás y entregó a Jesús para que fuese crucificado en la cruz. Con ello se consumó no una ejecución, sino un linchamiento y como lo afirma el penalista Romero “Un asesinato tumultuario sin sentencia declaratoria ni condenatoria”. El proceso y su ejecución violaron claramente las normas vigentes, tanto judías como romanas de la época. Este juicio, este proceso, nos debe servir de ejemplo y de incentivo para reflexionar si estamos, en el camino correcto.
El juicio más injusto de la historia, provoca la necesaria reflexión de la justicia venezolana. En toda la historia republicana, nunca un Poder Judicial se había postrado o sometido a un proceso de promoción del anti-Estado.
El sistema de justicia es la balanza de la democracia. En un Estado fallido, violador de los derechos humanos, de contenido dictatorial y criminal, los jueces son los verdugos. Así ha sucedido en decenas de juicios de “condena” a presos políticos, donde habiendo evidencias de tortura, en plena audiencia, bajo la mirada complaciente de los jueces, fiscales y otros actores, condenan a quien aboga por servicios públicos, libertad, democracia. Los expedientes que cursan en la Corte Penal Internacional, prueban que ya existen evidencias, pruebas de hechos sistemáticos de violaciones de los derechos humanos, y nos encontramos en fase de ubicar los actores, que están en la cadena de mando que nace desde Miraflores y altos funcionarios militares y civiles, pues pretenden hacer creer al mundo que en las últimas decisiones, entre ellas, en el caso del asesinato del abogado Fernando Albán, se hizo justicia, condenando a funcionarios medios que recibían órdenes superiores.
El restablecimiento de una justicia independiente es factor indispensable para la reconstrucción del país, pues combatir la impunidad, la corrupción, la pobreza, etc., la justicia siempre estará en la ecuación de la democracia. De ahí que una de las primeras decisiones acordadas en la mesa de negociación es de México, fue tratar el tema de la justicia.
El clamor de quienes están sometidos a la pobreza (80 % de la población) es seguir la lucha para buscar garantías con los aliados del mundo libre, para unas elecciones presidenciales y parlamentarias. Quienes usurpan hoy la justicia, tendrán que no involucrarse en lo que definan los ciudadanos con un nuevo Presidente y Asamblea Nacional, en el entendido que el primer Poder Público a reconstruir será el sistema de justicia.
Dr. Rafael Veloz García, Diputado de la Asamblea Nacional y Parlasur Año 2015, ex Presidente de la Federación Interamericana de Abogados, FIA, miembro de la Dirección Nacional de Voluntad Popular.