El impacto de la guerra de Ucrania en las cadenas de suministros agrava la situación de hambruna extrema que sufren en el mundo 193 millones de personas, un 25 % más que el año anterior, señala el informe de la Red Global contra las Crisis Alimentarias (GNAFC), en colaboración con distintas agencias de la ONU, publicado hoy.
“Los países que ya se enfrentan a altos niveles de hambre aguda son especialmente vulnerables a los riesgos creados por la situación en Europa del Este, sobre todo debido a su gran dependencia de las importaciones de alimentos e insumos agrícolas y a su vulnerabilidad a las crisis mundiales de los precios de los alimentos”, se apunta en el Informe Anual sobre Crisis Alimentarias.
En 2021, cerca de 193 millones de persona sufrieron de severa inseguridad alimentaria en 53 países del mundo, 40 millones de personas más en un año, advierte la GNAFC, que cuenta con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), con sede en Roma.
Estas cifras demuestran una tendencia al alza que no para de crecer, no solo en los últimos dos años cuando la pandemia agravó la situación con un incremento de 20 millones de personas sufriendo hambruna en 2020 y ahora de otros 40 millones, sino también en los últimos seis años.
LA SEGURIDAD ALIMENTARIA MUNDIAL, EN RIESGO POR LA GUERRA
Aunque el informe no entra en profundidad en los efectos de la guerra de Ucrania, ya que observa las crisis alimentarias de 2021, antes de que el conflicto comenzase, los organismos señalan que esta guerra ha enfatizado “la fragilidad de los sistemas alimentarios mundiales”, especialmente en los países con una situación de crisis.
La dependencia que muchos países africanos tenían del trigo producido en Ucrania y Rusia, como Somalia, que importaba un 90 %, República Democrática del Congo (un 80 % ) y Madagascar (un 70 %) han provocado un desabastecimiento de este producto básico.
Además, la subida de los precios de la energía, que ha afectado a toda la cadena de suministro, ha causado una extrema inflación en el precio de los alimentos, que se encuentra en un récord histórico, según la FAO.
Ese alza también ha afectado al precio y suministro de los fertilizantes, necesarios para todos estos países en los que gran parte de su población trabaja en el sector agrícola y que han sufrido grandes complicaciones para salvar las cosechas, agravado la situación de inseguridad alimentaria en la región.
LA CRECIENTE HAMBRUNA
Sin embargo, la crisis alimentaria ya era extrema antes de la invasión rusa, con sus principales causas en los conflictos que asolan desde hace años la mayoría de estos países africanos y de Oriente Medio, el impacto de la pandemia del coronavirus y los efectos del cambio climático que han derivado en sequías extremas.
Los países en mayor riesgo a día de hoy son la República Democrática del Congo, Afganistán, Etiopía, Yemen, Nigeria, Siria, Sudán, Sudán del sur, Pakistán y Haití, donde vive el 70 % de la población en riesgo.
Pero más allá de las situaciones de hambruna extrema, cerca de 236 millones de personas están en una situación en la que el acceso a comida saludable y regular no está asegurada en 41 países del mundo.
En el caso de Latinoamérica y el Caribe, más de 12 millones de personas vivieron una situación de crisis de alimentos, especialmente en Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Haití, el país más afectado con un 46 % de su población sufriendo esta emergencia.
Sin embargo, la situación en 2022 podría mejorar levemente y reducir esa cifra a los 10,8 millones de personas, gracias a la recuperación económica parcial, tanto del impacto económico de la pandemia como de los daños causados por las tormentas tropicales Eta e Iota del año pasado, y una perspectiva positiva para la primera temporada de cultivos. EFE