“Me dijeron que arrastrara a uno de esos tres al lado del camino. Y mientras lo arrastraba por los pies, hizo un sonido. Estaba muy asustado, así que grité y le disparé’. No es un interrogatorio y no hay militares delante. Dambaev Chingiz Tumonovichhabla con un bloguero llamado Volodimyr Zolkin, un youtuber que ha obtenido permiso para entrevistar a “los invasores capturados”, como él los define.
Por: El Mundo
Esta especie de investigación sociológica, llamémosla así, que también tiene un nombre: Ishchi Svoikh, es decir, “busca al tuyo”, algo así como una invitación para los familiares de los entrevistados, que ya ascienden a más de 100. Se sientan frente a él y al principio parecen trozos de madera de lo rígidos que están. Pero una pregunta tras otra, se van dejando llevar.
Y así, Stepanov Dmitri Arkadevich, un soldado raso y francotirador muy joven de la división militar 18664, dice que se encontró con civiles de camino a Kiev, y que él y su equipo les cogió teléfonos móviles y cigarrillos. “¿Cogido?”, lo insta Zolkin. “Sí, los pedimos antes”. El otro se echa a reír. “¿Pero tú te estás escuchando? ¿Crees que podrían haber dicho que no cuando les estabas apuntando con tu arma?”. Y el soldado admite: “Sí, efectivamente…”, y añade que los de otro pelotón robaron un 4×4..
“ABUELA, ME HAN HERIDO PERO ESTOY MUCHO MEJOR”
“¿Por qué cree que su gobierno está haciendo esto?”, pregunta el entrevistador. Respuesta: “Porque quiere Lugansk y Donetsk”. “Pero eso está en el sur. ¿Por qué llegaste hasta Kiev, entonces?” “No lo sé, no tengo ni idea. No sabía nada antes de cruzar la frontera”.
Muchos juran que llegaron la madrugada del 24 de febrero, sin saber lo que les esperaba, algunos recibieron sus armas cuando ya estaban en territorio ucraniano. El bloguero pregunta a los soldados si quieren llamar a casa, así que en muchas grabaciones, con el consentimiento expreso de los soldados capturados, también aparecen abuelas, madres, novias. Y muchas lágrimas.
Los presos casi siempre confiesan que están heridos, “pero ya estoy mejor, no te preocupes”. “¿Me estás mintiendo?”, pregunta su abuela a Stepanov. “No, te juro que no. Estoy bien. Podrás verlo con tus propios ojos mañana en este canal de Telegram…”. La mayoría, efectivamente, fueron capturados tras resultar heridos. Nikita Luzin, de 22 años, llega con dos muletas. Parece sorprendido cuando Zolkin le pregunta qué significa para él “desnazificación”. Avergonzado, como si no hubiera estudiado para un examen en la escuela. “Te juro que aún no lo he descubierto”, dice.
HUIDA, CAPTURA, SANGRE
Vladislav Vasiliev, nacido en 2004, proviene de Lugansk, una de las dos provincias rebeldes del Este. Dice que estaba trabajando en una fábrica cuando “llegaron, me pusieron una pistola en la cabeza y me dijeron: al frente, ahora mismo. No estábamos preparados y no creo que así podamos ganar la guerra”. Daniil Kornilov también nació en 2004, también tiene cara de niño y no sabe nada de la “desnazificación”.
Se emociona hablando, al punto de confesar que, según él, “Putin está loco”. El entrevistador le pregunta si no tiene miedo de decir tal cosa, y él responde: “No, miedo no. Eso es lo que realmente pienso”.
El teniente Vladislav Alekseyevich Salov nació en 1997. Tiene problemas en un ojo. Narra la dramática escena de su captura: la fuga, el bosque, los soldados ucranianos cada vez más cerca y luego la explosión y la sangre. “Le dije a mis hombres: rindámonos”. Vladislav pensó que se estaba muriendo y que ni siquiera iba a poder llamar a casa una última vez: “Nos habían confiscado los teléfonos móviles para evitar que nos localizaran”.
Y luego está Igor Volkov (nacido en 2001) que se despierta todas las mañanas con la esperanza de que sea un buen día para volver a casa. “Me prometieron que formaría parte de un intercambio de prisioneros porque me capturaron al comienzo de la guerra y nunca hice nada estúpido”. Quizás su buen día sea hoy.