“Por ser necesaria una milicia bien regulada para la seguridad de un Estado libre, no se restringirá el derecho del pueblo a poseer y portar armas”.
Antes de la invasión rusa, Ucrania ocupaba el lugar 88 respecto a armas de fuego en manos de civiles, con un estimado de 9,9 armas de fuego por cada 100 personas. A modo de comparación, Estados Unidos ocupaba el número 1 con 120,5 armas de fuego por cada 100 personas, Suiza el 19, Noruega el 17, Finlandia el 10, Uruguay el 8, Canadá el número 7, etc. Ucrania era esencialmente uno de los países menos armados del mundo.
Durante décadas Ucrania había aplicado estrictas leyes de control de armas que impidieron a la población civil la posesión de armas para defender a sus seres queridos, su hogar y su país. Sospecho que Vladimir Putin conocía del hecho.
Tras la invasión rusa, el parlamento ucraniano consideró oportuno aprobar una ley que otorga a los ciudadanos ucranianos el derecho a portar armas para su autodefensa. Al día siguiente, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, anunció: “Daremos armas a cualquiera que quiera defender el país”. Esperemos que no sea demasiado tarde.
Claramente, de haber existido una población civil armada antes de la invasión, los ucranianos habrían estado mejor preparados para defender su país. Ahora dependen de su gobierno y de los extranjeros para que los armen.
Es una paradoja que la izquierda de Estados Unidos aplauda el heroísmo de los ucranianos que toman las armas para defender su amada patria, mientras critican sistemáticamente el derecho de autodefensa que la Segunda Enmienda otorga a los estadounidenses.
Por ejemplo, en el mensaje sobre el Estado de la Unión de 2022, el presidente Joe Biden culpó a la posesión generalizada de armas, el que hubiera tanta delincuencia en Estados Unidos y se comprometió a dificultar que los ciudadanos porten armas.
Es un contrasentido mayor que la izquierda, mientras admira y alaba a los civiles ucranianos que toman las armas para luchar por su país, continúe insistiendo en que los ciudadanos de este país no necesitan poseer armas. No he escuchado a ningún político norteamericano decir que los ucranianos no necesitan armas para defenderse. Sin embargo, muchos desean negar ese derecho a sus conciudadanos.
Es verdad que tenemos la suerte de vivir en un país protegido de posibles adversarios por dos océanos. También es cierto que los civiles armados no pueden rivalizar con la potencia de fuego de un ejército moderno. Sin embargo, como las tropas rusas descubrieron, ningún ejercito quiere ocupar un país que cuenta con una fuerza civil bien armada y dispuesta a matar a sus ocupantes. Esta es la razón por la que Suiza y otros países amantes de la paz, establecen que la posesión de armas por parte de civiles es un elemento central de su estrategia de defensa.
La Segunda Enmienda no tiene nada que ver con el frívolo tiro al blanco o la caza. Esa no era la preocupación de los Padres Fundadores. La Segunda Enmienda se trata del derecho al autogobierno y a la autodefensa, y no debe ser trivializada como hacen los opositores a las armas.
A primera vista, la Segunda Enmienda se refiere exclusivamente al derecho de portar armas. Pero es mucho más que eso. Se trata de defender el derecho natural a la autodefensa, a resistir a la opresión, y al deber cívico de actuar en defensa del Estado.
Como nación, hemos sido bendecidos con una cultura amante de la libertad que comprende la importancia de mantener nuestros valores fundacionales. Como pueblo, somos la última salvaguarda contra los enemigos, extranjeros y nacionales. La Segunda Enmienda nos permite cumplir esa tarea.
Como ha demostrado la invasión rusa a Ucrania, incluso al enemigo más barbárico le resultará costoso enfrentar a una ciudadanía decidida y dispuesta a luchar hasta el final para defender su libertad y su forma de vida.
Los ucranianos han comprendido lo que el derecho a portar armas significa para su libertad. Aseguremos de no perder el nuestro.