La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, comenzó este lunes una visita de seis días a China en la cual viajará a Xinjiang, donde Pekín está acusado de perseguir a la minoría uigur.
Se trata de la primera vez en casi dos décadas que una autoridad de derechos humanos de la ONU visita el país asiático.
Tras llegar a Pekín, Bachelet mantuvo este lunes encuentros de manera virtual con los titulares de unas 70 misiones diplomáticas en China, según fuentes diplomáticas, que dijeron que la Alta Comisionada dio garantías de su acceso a centros de detención y defensores de las libertades.
China ha sido acusada de encarcelar a un millón de uigures y otras minorías musulmanas en campamentos de la región noroccidental de Xinjiang, que Estados Unidos y otros países han calificado como “genocidio”.
Pekín ha rechazado ese calificativo y lo llamó “la mentira del siglo”, al tiempo que asegura que sus políticas han permitido combatir el extremismo y mejorar la vida en la zona.
El vocero del ministerio chino de Relaciones Exteriores, Wang Wenbin, dio este lunes la bienvenida a Bachelet y afirmó que ambas partes han decidido que no haya reporteros durante sus encuentros y viajes por el país.
Bachelet tiene previsto reunirse con líderes chinos y “mantener amplios intercambios con personas de diversos sectores”, agregó Wang, sin dar más detalles.
El viaje de seis días de Bachelet incluye visitas a las ciudades de Urumqi y Kashgar en Xinjiang, así como a la sureña Cantón.
Desde 2018, las autoridades de la ONU han mantenido negociaciones con el gobierno chino para asegurar un “acceso ilimitado y relevante” a Xinjiang antes de que se anunciara el viaje en marzo.
Por el contrario, activistas temen que Bachelet tenga una visita controlada que evite los temas clave.
– Sin acceso –
La esperanza de contar con una investigación a fondo de los abusos de derechos humanos se ha diluido ante la preocupación de activistas de que el gobernante Partido Comunista de China utilice la visita para encubrir las supuestas atrocidades.
Con cientos de miles de detenidos y numerosas mezquitas cerradas o destruidas, las autoridades de Xinjiang parecen haber girado su foco en los últimos años al desarrollo económico, según académicos y uigures fuera de China.
“Ahora no hay mucha evidencia visible de represión”, indicó Peter Irwin, del Proyecto de Derechos Humanos Uigures.
Grupos de derechos humanos han advertido que la vigilancia estatal y el miedo a represalias impedirán que los uigures en el sitio hablen libremente al equipo de la ONU.
“Nos da miedo que la visita sea manipulada por el gobierno chino para encubrir los graves abusos en Xinjiang”, expresó Maya Wang, investigadora sobre China en Human Rights Watch.
Muchos activistas han cuestionado que la expresidenta chilena, quien fue torturada durante la dictadura de Augusto Pinochet, no se haya pronunciado con más firmeza sobre Xinjiang.
Washington manifestó el viernes su preocupación por “el continuo silencio (de Bachelet) frente a la evidencia indiscutible de atrocidades en Xinjiang”.
Su negativa de criticar podría reflejar la poderosa influencia de Pekín en la ONU, según Irwin.
Cientos de uigures en el exterior se han manifestado en las últimas semanas para urgir a Bachelet visitar a sus familiares detenidos.
De su lado, los medios oficiales chinos parecen haber activado la máquina de propaganda.
La agencia de prensa Xinhua alabó este lunes “los progresos remarcables” en materia de derechos humanos en el país.
En otro artículo, desmintió todo trabajo forzado, argumentado que las personas oriundas de Xinjiang eligen libremente ir a otras partes de China a trabajar a raíz de mejores salarios y oportunidades laborales.