Escribo en domingo, aún sin conocer los resultados de la primera vuelta en las elecciones presidenciales de Colombia. El proceso lo hemos seguido con la atención que merece. Colombia es un factor demasiado importante para todos los efectos tanto en ese país como en Venezuela y buena parte del continente y del mundo. Lo peor que puede sucederle es profundizar el camino hacia lo que pasó y sigue pasando en nuestro territorio. El peligro existe y por eso la preocupación general.
Pero más allá de lo señalado, tenemos la obligación de concentrarnos en nuestra problemática. Los momentos de incertidumbre son los peores para tomar decisiones trascendentes. Sin embargo, tenemos que hacerlo para detener el camino hacia lo peor al que pareciéramos estar condenados.
Pido excusas por ser tan repetitivo con algunos temas, pero no hay de otra. De una dictadura, es decir, de un régimen totalitario y autocrático, no se sale “por las buenas”. No funciona la ilusión electoralista de quienes no parecieran haber entendido que no se trata de una democracia que garantiza la alternabilidad en el poder. Todo lo que hacen, incluso cometiendo errores garrafales, es en función de mantener el poder a toda costa. Liquidaron la seguridad jurídica desconociendo la legislación existente y manipulando la propia Constitución Nacional en función del objetivo señalado.
Venezuela se desmorona. Nada funciona bien. Incluso las recientes medidas económicas, supuestamente para reactivar inversiones y fuentes de trabajo, se convirtieron en un espejismo superado por una realidad a la vista del mundo entero. No hay decisiones políticas y económicas amplias y estables, capaces de generar la confianza necesaria. Por algo más del ochenta por ciento de la población rechaza al régimen y aspira un pronto cambio radical y definitivo.
La Conferencia Episcopal Venezolana ha planteado la necesidad de la refundación del país. Sus voceros más calificados han insistido sobre el tema y se ha abierto una suerte de debate sobre el cómo hacerlo. Los electoralistas insisten en provocar la convocatoria a unas elecciones presidenciales y generales “en el menor tiempo posible” o prepararnos desde ya para las previstas para el 2024 y para el 2025.
A los fines consiguientes y a conciencia de las dificultades, se ha constituido el Congreso Refundacional integrado por la Alianza Nacional Constituyente Originaria –ANCO- y muchas organizaciones y personalidades del país planteado la vía del proceso constituyente para que sea el pueblo directamente, sin interferencias oficialistas de las estructuras del poder público, el que decida su destino. Sabemos que no es fácil, pero tampoco imposible. Buena parte del tiempo transcurre en discusiones internas sobre la posibilidad del éxito con un régimen empeñado en sabotear el camino.
Es tiempo de tomar decisiones definitivas. Unir lo unificable y avanzar hacia la meta de la refundación integral de la República.
Lunes, 30 de mayo de 2022
@osalpaz
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