En septiembre de 1945, cuando el verano agonizaba seguramente entre los horrores que habían dejado los seis años anteriores, la II Guerra Mundial tocó a su fin. Después, en 1951, la firma del Tratado de la CECA sentó las bases de lo que hoy es, después de un camino largo, la Unión Europea. Y la premisa era fundamentalmente una: alcanzar una paz duradera. Que la historia no se volviera a repetir. Y quizás no se repita, pero parece que rima. La invasión rusa de Ucrania ha llevado a Europa a un rearme más obligado que deseado, con la OTAN de momento ejerciendo de guardián frente a las ínfulas de Vladimir Putin. ¿Es 2022 el punto inicial de la Europa de la Defensa? Esa es ahora una de las grandes preguntas.
EMILIO ORDIZ // 20 MINUTOS
Luis Rodrigo de Castro, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad CEU San Pablo explica a 20minutos que el primer paso para hablar de la Unión Europea de la Defensa “es precisamente ponerle nombre”, como base para que se vayan dando pasos a hacia una mayor integración. “Está pasando un poco lo que sucedió con la Unión Europea en sus inicios, ni siquiera era una unión y de hecho está incompleto, pero sirve para darle un sentido”, añade Rodrigo de Castro.
El profesor mira al corto plazo y asume que la Brújula Estratégica impulsada por Borrell “ya habla de plazos” y de medidas en poco espacio de tiempo. “Lo importante es que los Estados miembros mantengan vivo este debate más allá de lo que suceda en Ucrania. Esperemos que la guerra acabe pronto, aunque no parece, pero el debate debe mantenerse vigente”, termina. Se ha abierto una veda que, aparcada desde la presentación del fallido plan Pleven en 1952 -que buscaba precisamente una unión en materia de Defensa-, nunca se había abordado con tanto ahínco.
La UE de la Defensa es todavía en todo caso un concepto vacío, pero los intentos del Alto Representante, Josep Borrell, han encontrado una respuesta positiva en los Estados miembros. La Brújula Estratégica de la UE viene de atrás, pues fue la salida de Afganistán lo que despertó a la Unión de su letargo. El jefe de la diplomacia europea quiere un bloque más soberano y que no dependa tanto del poder de Estados Unidos. Los pasos, no obstante, son todavía cortos y el primero podría ser la creación de una fuerza de acción rápida, con unos 5.000 soldados, para responder en situaciones de emergencia.
Los 27 ya han bendecido esa idea, pero además hablan de “urgencia” para reclamar un rearme conjunto ante la amenaza rusa y un desarrollo potente de la industria europea que permita contar con reservas de material, pues una parte del mismo se ha destinado como apoyo a Ucrania. “No solo debemos invertir más, sino ciertamente gastar e invertir más, juntos. Con opciones como mercados conjuntos, reforzar la base industrial y tecnológica europea en ese ámbito”, expresó el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Asimismo, los socios están dispuestos a que estas maniobras se financien de forma común para lograr que la UE actúe en materia defensiva con una sola voz.
El despertar de la UE convive en tiempo (y en espacio) con un refuerzo de la OTAN. La Alianza Atlántica ha atravesado momentos realmente delicados: la guerra de los Balcanes la dejó tocada por el bombardeo sobre Serbia, la salida de Afganistán (capitaneada por Estados Unidos) puso en duda la utilidad de la organización, pero ahora la actuación de Putin la ha despertado de la de la “muerte cerebral” en la que, según Macron, estaba allá por 2019. Ahora se hace necesaria e irrenunciable, como muestra por ejemplo la futura entrada de Finlandia y Suecia. Putin, de hecho, tenía como uno de sus objetivos el debilitamiento del atlantismo y ha conseguido todo lo contrario.
Los países entienden el cambio de era. Y la urgencia de tomar decisiones. En general, los miembros de la Alianza llevan años aumentando progresivamente sus presupuestos en Defensa, pero no es suficiente. Según los datos de 2021, España gastó el 1,03%de su riqueza en Defensa en 2021 y es el penúltimo país de la OTAN en inversión militar, solo por delante de Luxemburgo. La meta sigue siendo destinar el 2% del PIB, pero muchos países siguen rezagados y solamente cumplen Grecia, Estados Unidos, Polonia, Reino Unido, Croacia, Estonia, Letonia y Lituania. Así, el secretario general, Jens Stoltenberg, pide un esfuerzo “extra” ante las maniobras rusas.
La autonomía estratégica, un camino muy largo
¿Choca esto con el afán de autonomía estratégica de la UE? No necesariamente, pues de momento en Bruselas reconocen que OTAN y Unión son complementarias y no competidoras. Pero es que la soberanía militar y defensiva de la Unión Europea está todavía muy lejos. Daniel Gil, analista en The Political Room especializado en asuntos europeos añade que “hay que entender que autonomía estratégica tiene un significado diferente dentro de la UE”. El mayor valedor de esta idea es Francia, y “para Francia tiene mucho que ver con ser independientes respecto a Estados Unidos y eso tarde o temprano chocará con la OTAN”.
“La UE y EE UU tienen intereses diferentes en muchos asuntos, entonces vemos dos actores cuya voluntad es diferente”, comenta. Para Gil, “lo verdaderamente fundamental para desarrollar la autonomía estratégica no es la inestabilidad en Rusia, sino en la inestabilidad en Estados Unidos, porque por ejemplo Trump puede volver en 2024, por poner un ejemplo”. El experto cree que ese escenario “es el mayor impulso para la autonomía estratégica de la UE” porque quizás en el futuro Estados Unidos “deje de ser un socio fiable, como ya sucedió”. En este sentido, concluye, “lo que está sucediendo en Ucrania pasará, pero el foco no se tiene que poner tanto en Rusia como en Estados Unidos”.
Que las alarmas están encendidas, sobre todo desde el pasado 24 de febrero, es un hecho. Alemania es un buen ejemplo. El canciller Olaf Scholz ha tenido que dejar atrás la equidistancia respecto a Rusia que marcaron Gerhard Schröder y Angela Merkel. Así, el Gobierno germano ha pactado con la oposición que la Constitución recoja la exigencia de un 2% el PIB destinado a Defensa y un fondos específico de 100.000 millones. En el país también los Verdes, tradicionalmente pacifistas, han girado 180 grados y se han mostrado en todo momento favorables al envío de armas a Ucrania, también respaldado por el SPD y los liberales, que junto a los ecologistas forman el Ejecutivo.
Pero Suecia y Finlandia representan mejor que nadie esa nueva época. La etiqueta de neutrales nunca les ha hecho justicia, bien porque esa neutralidad era forzada o bien porque en realidad ya colaboraban con la OTAN desde fuera. Ambos entienden que las condiciones de seguridad europea han cambiado y han presentado a la vez las solicitudes de entrada en la Alianza. De momento Turquía veta su acceso, para el que se necesita unanimidad entre los miembros, pero los más optimistas creen que la cumbre de Madrid de este mes de junio será el bautismo definitivo para los que se van a convertir en los socios 31 y 32 de la organización defensiva. Helsinki y Estocolmo responsabilizan a Putin de su giro y el Kremlin avisa de represalias. El tiempo dirá.
España, por su parte, ha recogido el guante. “Es imprescindible que aumentemos nuestra capacidad de disuasión y eso solo se consigue con un aumento del Presupuesto”, sostuvo Pedro Sánchez en el acto del 40 aniversario de la entrada del país en la Alianza. Sánchez, que en sus primeros tiempos como secretario general del PSOE llegó a proponer que se eliminase el Ministerio de Defensa ha entendido la necesidad de reforzar las capacidades defensivas europeas, y es firme defensor de la autonomía estratégica. “Hemos elegido estar en el lado bueno de la historia”, concluyó el presidente del Gobierno pese a las reticencias de su socio de coalición, Unidas Podemos, que se ha desmarcado de una OTAN más robusta en el presente y en el futuro.
Dinamarca también ha roto uno de sus temas tabú: en 1992 decidió quedarse fuera de la Política Común de Seguridad y Defensa y este miércoles ha celebrado un referéndum para sumarse a ella, algo que el Gobierno socialdemócrata que lidera Mette Frederiksen llevaba defendiendo semanas. El resultado fue rotundo, pues un 66% de los ciudadanos votaron a favor de unirse a una esfera, la de la Defensa europea, para la que el camino ya no tiene vuelta atrás. Putin ha despertado a la UE y a la OTAN de su letargo.