“Cada día arde algo”: desesperación en la línea del frente ucraniano

“Cada día arde algo”: desesperación en la línea del frente ucraniano

Ivan Sosnin, de 19 años, camina en el patio de una casa destruida en la ciudad de Lysychansk, en la región oriental de Ucrania de Donbas, el 7 de junio de 2022. (Foto de ARIS MESSINIS / AFP)

 

Yuriy Krasnikov, un pensionista de la ciudad de Lysychansk, en el frente de la guerra de Ucrania, vive rodeado de edificios dañados por la guerra y restos carbonizados de bungalows, bombardeados a diario por las fuerzas rusas. “Cada día hay bombardeos y cada día arde algo”, dice a AFP.

Cerca de donde está, un feroz incendio quemó una escuela técnica, cuyas cenizas nublaron el aire.





Lysychansk está al otro lado del río de Severodonetsk, la ciudad que las tropas rusas y ucranianas luchan por controlar.

Muchos habitantes de Lysychansk huyeron desde la invasión rusa, pero muchos también se han quedado a pesar de los riesgos, entre ellos los ancianos, sus cuidadores o los que no tienen dinero para instalarse en otro lugar.

“No hay nadie que me ayude”, dijo Krasnikov, que usa un bastón y lleva una camisa azul raída.

“He intentado ir a las autoridades municipales, pero no hay nadie. Todo el mundo ha huido. Han abandonado a la gente. ¿Dónde voy a ir a los 70 años?”, se pregunta.

Serhii Lipko también quiere quedarse en la ciudad a pesar del constante avance de las tropas rusas, que ya casi rodean tanto Lysychansk como Severodonetsk, dice a los periodistas de AFP mientras muestra su casa gravemente dañada.

“En nuestro país, uno trabaja toda su vida para tener un techo. Por eso no queremos ir a un lugar donde no lo tengamos”, dice.

“Hay mucha gente en nuestra ciudad que no se ha ido, porque ha trabajado toda su vida para tener su propio piso”, asegura.

Ivan Sosnin, de 19 años, residente en Lisichansk, explica que su familia tuvo que quedarse para cuidar a una abuela enferma.

“Este es nuestro hogar. Es todo lo que conocemos. Hemos crecido aquí. ¿A qué otro lugar deberíamos ir? Y tampoco tenemos dinero para una estancia más larga en otro sitio”, explica.

En un mercado de alimentos local escasamente abastecido, Vadym Shvets asegura que aún mantiene la esperanza

“No sabemos qué pasará mañana. No sabemos cómo vamos a vivir. Por supuesto, esperamos lo mejor”, desea.

AFP