El Metro de Caracas anda entre rieles fisurados, vías que presentan hundimientos y piezas desgastadas. Viajar en el sistema de transporte ferroviario, propiedad del Estado venezolano, es arriesgarse a quedar a pie. Las fallas van desde cortocircuitos hasta el descarrilamiento de algún tren.
Por Tal Cual
Desplazarse en el subterráneo es someterse a la ineficiencia del servicio que, en resumidas cuentas se traduce en: insalubridad, calor, retrasos que parecen eternos y exponerse a ser blanco fácil de los delincuentes.
La evidencia del fracaso y la corrupción se extienden por los más de 100 kilómetros de túneles y estaciones, pese a la promesa de la «revolución» de recuperar esta y otras compañías estatales.
La precariedad no se disimula. Para febrero de este 2022 en la Línea 1 operaban solo 12 trenes de una flota de 48, en la Línea 2 rodaban nueve ferrocarriles de los 22 que deberían hacerlo (cuyo recorrido contempla su paso por la Línea 4: entre las estaciones Capuchinos y Plaza Venezuela); y en la Línea 3 solo había cuatro funcionando. Todo para movilizar a dos millones de usuarios al día, según cifras de la Alcaldía de Caracas.
Los túneles del Metro de Caracas están a profundidades que varían, según la ubicación de las estaciones, entre los 11 y 22 metros. De 123 escaleras mecánicas que existen en la Línea 1 a duras penas funcionan 46. De las 100 que existen en la Línea 2, funcionan 45 y de las 55 que hay en la Línea 3 sirven 25. Casi todos los ascensores, cuya finalidad era facilitar el desplazamiento de las personas con discapacidad, están paralizados por falta de repuestos.
Para leer la nota completa, aquí