Leider Johani Noscué, alias Mayimbú, conocido como el terror del Cauca, Valle del Cauca y Nariño, murió en una operación militar el pasado lunes 13 de junio, en la vereda Santa Bárbara, del municipio de Suárez, Cauca. Lo que pocos saben es que sus excentricidades, fascinación por la cultura mexicana, preferencia por las brujas y extravagantes fiestas se convirtieron en su talón de Aquiles, así lo reseñó la Revista SEMANA.
Su caída fue un trabajo de años, en los que inteligencia militar recopiló uno a uno los movimientos de Mayimbú, su grupo más cercano y sus hombres de confianza. Poco a poco le cerraron el círculo, y a meses de asumir como jefe del Comando Coordinador de Occidente, la muerte le puso fin a su carrera criminal.
La documentación en poder de SEMANA revela el perfil de uno de los peores criminales del país. Ordenaba sin piedad asesinatos de líderes sociales y ambientales, como el caso del adolescente Breiner David Cucuñame, de 14 años, el niño ecologista muerto por oponerse a las intenciones de este sujeto de tumbar la selva para sembrar coca; o el crimen de Karina García, candidata a la alcaldía de Suárez, Cauca, en 2019.
Amante del tequila, pagaba a cantantes de música popular para que en sus canciones lo nombraran a él y a sus hijos. Sus excentricidades eran propias de un mafioso y no de un ideólogo, como pretendía aparentar cuando se presentaba como un luchador por los menos favorecidos. Mantenía terciada una pistola de oro, su fiel compañera.
Había sido un regalo de uno de sus socios, un capo del narcotráfico del cartel de Sinaloa, con quien hacía trueques de cocaína por armas. Como es costumbre en estos personajes, prefería acudir a rezanderas, pitonisas o brujas para recibir consejos.
Mayimbú tenía su propia bruja, a quien le pedía asesoramiento para planear sus actividades criminales. Esta mujer también lo ‘advertía’ de los peligros en su contra y le decía cuáles mujeres le convenían para que fueran su pareja sentimental. Sin saberlo, los detalles más íntimos de su vida eran seguidos de cerca por parte de los indetectables hombres de inteligencia militar, que con habilidad lograron obtener información vital para ubicar al escurridizo cabecilla.
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