Entre el 50 % y el 70 % de los estudiantes latinos y del Caribe han sido víctimas de algún tipo de acoso escolar, según un documento de Unicef que alerta sobre el aumento de la violencia en los colegios. Golpes, lesiones con objetos, palabras soeces y hasta abuso sexual están prendiendo las alarmas en países como Colombia, Perú, Paraguay y México y refuerzan la necesidad de la prevención.
El más reciente informe de Unicef “Violencia contra niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe 2015-2021”, publicado en octubre de 2021, señala que los niños y adolescentes hombres experimentan el acoso escolar con más frecuencia, excepto por el acoso de exclusión (ser apartado del grupo, que se difundan los rumores) que ocurre con mayor frecuencia entre las niñas y adolescentes mujeres, además de que cada tres niños en edad escolar han sido víctimas de alguna forma de intimidación, incluyendo el acoso cibernético.
Un fenómeno que es reflejo de varios factores: las desigualdades sociales, la violencia intrafamiliar, la intolerancia, la homofobia y la pandemia que hoy imperan en el continente americano.
“Esta violencia, actitudes y tendencias están presentes desde antes de la covid-19. Es el caso por ejemplo de Sergio Urrego, en Colombia, un caso que hizo que activáramos los planes y que estemos mirando el tema de violencia escolar pasando por género y orientación sexual”, explica a Efe Mary Guinn Delaney, asesora regional de Educación para la Salud y el Bienestar de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
El caso mencionado por Delaney ocurrió en 2014 en Colombia, donde Sergio Urrego, un adolescente de 16 años, se quitó la vida después de haber sufrido discriminación constantemente por parte de las directivas del colegio donde estudiaba por su orientación sexual, abriendo así una discusión sobre la manera en la que las instituciones educativas tratan la diversidad sexual. El caso tuvo consecuencias penales, legales y de adopción de protocolos.
Para la representante de Unesco, se trata de un problema a tratar urgentemente por parte de los sistemas educativos, que se enfrentan a grandes desafíos para garantizar el acceso a la educación, la seguridad e integridad física en los colegios.
“Ahora tenemos un proyecto de apoyo a los Ministerios de Educación. Es evidente que los colegios, los profesores y los estudiantes necesitan ayuda”, recalca Delaney.
La ONG Bullying Sin Fronteras muestra en su primer mapa mundial, realizado entre enero de 2021 y febrero de 2022, que los casos continúan en aumento. Concretamente, seis de cada diez niños sufren algún de tipo de acoso y/o ciberacoso todos los días.
“El bullying y el ciberbullying son asesinos silenciosos que cada año matan a 200.000 niños y jóvenes en todo el mundo. Son asesinos que se nutren de tres venenos: la soledad, la tristeza y el miedo”, señala el informe de la ONG.
¿ACOSO ESCOLAR ES SINÓNIMO DE DELITO?
Varios hospitales de América Latina han tenido que atender en las últimas semanas episodios graves relacionados con el acoso escolar. Uno de los que generó mayor alarma social fue el de abuso sexual ocurrido Paraguay con un menor de 6 años por parte de otros niños mayores. El caso, ocurrido en el baño del colegio el pasado 26 de abril, fue denunciado por la madre días después y obligó a las autoridades a abrir una investigación.
En Lima, un menor de 10 años tuvo que ser atendido en urgencias del Hospital de Niños tras una paliza que le propinaron varios compañeros de clase por el hecho de ser venezolano. Le ocasionaron un esguince cervical y un derrame cerebral.
Para el abogado penalista y profesor en Derecho de la Universidad del Rosario en Colombia Francisco Bernate, el acoso escolar no figura como delito porque hasta los 16 años (en Colombia) y hasta los 14 (en Paraguay y Perú) los adolescentes no pueden ser juzgados como adultos.
“Lo que ocurra de ahí para atrás no tiene una connotación legal. Tenemos una serie de guías y rutas de atención que buscan generar un impacto preventivo frente al acoso escolar, el matoneo y la agresión entre niños, pero es responsabilidad de las instituciones”, remarca.
De otro lado están los padres, que “no cuentan con muchas alternativas” y se enfrentan a una situación delicada con sus hijos”. Según explica a Efe Bernate, “muchas veces los hechos no ocurren dentro del colegio” y entonces los centros educativos se desentienden de su responsabilidad.
CUANDO LA ESCUELA ES UN TORMENTO
En febrero de este año, Drayke Hardman, un menor de 12 años, se suicidó en Salt Lake City (Utah, EE.UU.), debido al acoso que sufría en la escuela. Sus padres difundieron una carta conmovedora en las redes sociales en la que expusieron la situación de su hijo y visibilizaron las consecuencias de lo ocurrido.
Para muchos niños, ir a la escuela es un tormento debido al ambiente que los rodea y lo que soportan en silencio por temor a contar lo que les ocurre. A ello hay que añadir la falta de apoyo de los colegios, que en ocasiones optan por minimizar la gravedad de los sucesos.
Delaney señala que en situaciones de menores con discapacidad o que son inmigrantes, se enfrentan a una fuerte discriminación. Por este motivo, la Unesco trabaja para “ayudar a los estudiantes en países de alto flujo migratorio que no estaban acostumbrados a recibir un alto flujo de inmigrantes, como Chile, a reconocer las diferencias” culturales y de hábitos de vida.
Delaney advierte sobre un problema creciente en América Latina, como es la orientación e identidad de género. “Muchas veces es una violencia más sistemática y hay un silencio por parte de los sistemas y de los adultos, que no responden aun sabiendo lo que está pasando”.
¿CRIMINALES EN POTENCIA?
Según Bullying Sin Fronteras, el país donde la situación es más preocupante a nivel mundial es México con 180.000 casos al año, seguido de EE.UU., con 160.000 casos totales y donde 6 de cada 10 niños y adolescentes sufren de acoso, especialmente los de ascendencia hispana. En tanto, Colombia ocupa el décimo lugar, con 8.981 casos graves.
Recientes episodios de acoso escolar de gran violencia ocurridos en las ciudades colombianas de Manizales y Bogotá han despertado en este país un debate acerca de si los menores de 14 años que cometen este tipo de acciones pueden ser considerados como sujetos criminales en potencia.
Al respecto, Bernate asegura que puede llegar a suceder, porque se trata de individuos “que no conocen claramente los límites, que no respetan la integridad física del otro”.
Pero puntualiza que la solución “no es la represión penal” y recuerda el caso de la masacre en la escuela preparatoria de Columbine ocurrida en abril de 1999, a resultas de la cual, los dos muchachos que perpetraron la matanza cumplen cadena perpetua en una cárcel de adultos.
Más que por un centro de detención para adolescentes, el tema debe pasar por “una política pública de prevención, educación y formación”, recalca.
EFE