Semana: Iván Márquez mandó a asesinar a sus lugartenientes porque sabía que le respiraban en la nuca

Semana: Iván Márquez mandó a asesinar a sus lugartenientes porque sabía que le respiraban en la nuca

Iván Márquez fue el jefe de la delegación de paz de las Farc, en la negociación que se adelantó en La Habana, Cuba. – Foto: SEMANA

 

 

 

 

La muerte de Iván Márquez, confirmada a SEMANA por fuentes venezolanas, pone fin a una estela de terror. Los últimos meses del capo, disidente del proceso de paz, fueron de persecución, miedos y paranoia extrema. Al envalentonado Iván Márquez, que abandonó el acuerdo de paz que él mismo negoció en La Habana y apareció en 2019 con armas de última generación anunciando el regreso de las Farc con la Segunda Marquetalia, lo habían arrinconado, así lo reseñó la Revista SEMANA.

La guerra desatada por el control territorial, el manejo de las rutas y el negocio del narcotráfico lo tenían acorralado y huyendo. Poco quedaba del Márquez confiado que se movía a sus anchas como amo y señor en la ciudad de Elorza, en Venezuela, a tan solo tres horas de Arauca, en donde vivía en un condominio, protegido con complicidad del régimen de Nicolás Maduro.

En la guerra contra las disidencias de las Farc, comandadas por Iván Mordisco y Gentil Duarte, poco a poco lo fueron poniendo contra la pared a él y a su séquito.

En efecto, en medio de esta confrontación fueron asesinados sus principales aliados y amigos. Jesús Santrich cayó en una emboscada revelada por SEMANA en mayo del año pasado. Hernán Darío Velásquez, alias el Paisa, y Henry Castellanos Garzón, alias Romaña, murieron igualmente a principios de diciembre. Todos eran cabecillas de la Segunda Narcotalia, como le dicen en el Gobierno. Solo faltaba él.

SEMANA, con fuentes venezolanas, reveló en febrero de este año los últimos pasos de Iván Márquez, la zona donde parecía esconderse y las órdenes que venía dando, en medio de su huida y temor por correr la misma suerte que sus compinches.

“Nos traicionaron y no confío ni en mi sombra”, es de lo poco que se le había escuchado a Márquez, quien tomó decisiones radicales, generando temor y desconfianza entre sus hombres.

Hizo un llamado ‘consejo de guerra’ con los círculos de seguridad de sus compañeros de armas abatidos. Los más cercanos fueron fusilados, a otros los amarraron y los tiraron al río. Lo hizo saber en las bases de la Segunda Marquetalia como un mensaje de que quien lo traiciona solo puede esperar la muerte.

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