Superficialmente se podría llegar a pensar que lo que une a Joaquín “El Chapo” Guzmán con Dámaso López, “El Licenciado”, es poco. Uno creció en un contexto criminal de agricultores de marihuana y amapola y ni siquiera terminó la primaria, mientras que el otro tuvo una vida privilegiada de estudiante en escuelas privadas y obtuvo un título universitario en derecho.
La familia de Guzmán Loera era de muy escasos recursos. Residían en la pequeña y alejada entidad de Badiraguato, en el “Triángulo Dorado”. En la época de su niñez, el Chapo tenía que invertir entre 3 y 5 horas para poder llegar a la ciudad. Tan solo llegar a un camino de terracería o carretera desde su pueblo suponía un gran esfuerzo. Por esa razón tampoco había casi maestros que fueran hasta ahí para darles clases a los niños.
Dámaso fue un caso totalmente distinto. Su padre fue un prominente funcionario local con amplios recursos económicos y propiedades como un rancho de 6 hectáreas con lago, palapas, capilla, candas deportivas y una residencia de lujo. “El Licenciado”, a diferencia de “El Chapo”, no creció en un ambiente criminógeno. Su papá lo obligó a estudiar a él y a sus hermanos. La preparatoria la estudió fuera de “El Dorado”, donde él nació, y luego se matriculó en la carrera de derecho.
Sin embargo, pese a esta clara diferenciación, ambos tuvieron un destino similar. Uno fue el cofundador del Cártel de Sinaloa, a menudo descrita como la organización narco más grande y poderosa del hemisferio occidental, y el otro se convirtió en el “segundo al mando” del grupo criminal.
En la mente de Dámaso
Entonces ¿Qué fue lo que llevó a Dámaso a convertirse en un criminal, si él no había crecido en un contexto delictivo o rodeado de personas que lo influenciaran al tráfico de drogas? Para Mónica Rodríguez Cano, autora del libro recién publicado por editorial Porrúa “Las Puertas del Infierno: un paseo por los siniestros y oscuros rincones de la mente criminal”, no fue una sola razón o motivo, sino la confluencia de una serie de factores.
“Dámaso siempre buscó ejercer oficios o trabajo que le permitieran el ejercicio del poder, eso por un lado. Por ahí se ve envuelto en una situación difícil con su esposa: se embarazan y su hija presenta una problemática de salud. Por el otro, se presenta una necesidad económica en la que él se ve sumergido, en una disyuntiva de si hacer lo más fácil o hacer lo correcto. Y finalmente, y lo más importante, la elección. Lo que diferencia a un criminal de otro es la capacidad de elección”, reveló a Infobae México la psicóloga y criminóloga, quien pudo realizar un análisis de ambos narcotraficantes cuando estuvieron presos en México.
“Yo creo que Dámaso siempre necesito de una figura a quien seguir. De un modelo en quien recargarse. Esa figura la encontró en ‘El Chapo’ Guzmán, definitivamente. A pesar de que era un hombre al que le gustaba ejercer el poder y el control de las situaciones, por eso es que termina trabajando como jefe de seguridad en los penales federales, pero yo creo que siempre buscó esta parte importante de tener un modelo significativo en el cual descansar y al cual seguir”.
Rodríguez Cano resaltó que a pesar de que ambos personajes parecen esencialmente muy diferentes, en el trasfondo son más similares de lo que se piensa. “Ambos están acostumbrados a negociar en las más altas esferas. Son personas educadas, son personas que saben cómo tratar a la gente (…) Sí hay diferenciación entre uno y otro, pero también hay características comunes”.
Actualmente Guzmán Loera cumple una sentencia de cadena de perpetua en una cárcel de máxima seguridad en Estados Unidos, donde la posibilidad de una fuga como las que protagonizó en su carrera criminal se mira poco más que imposible. Dámaso también fue extraditado al país vecino el viernes 6 de julio de 2018 y sentenciado también a prisión de por vida, pero, a diferencia de “El Chapo”, su sentencia se redujo gracias a su cooperación contra quien fuera su compadre en el juicio del siglo, y aún alberga la esperanza de salir libre en el 2032.