Andy Stone es uno de los afortunados. Este residente de la ciudad de Nueva York vio un tuit de un activista local contra el VIH/sida que decía que habría vacunas contra la viruela del mono disponibles ese día en una clínica de Manhattan. Stone, de 35 años, y su esposo, agendaron citas de inmediato y se vacunaron el mes pasado.
“Quiero hacer lo que pueda para protegerme a mí mismo y a los demás”, dijo Stone, un consultor de marketing que vive en Brooklyn, quien explicó que su médico de atención primaria le aconsejó vacunarse lo antes posible.
Cientos de hombres que se presentaron sin cita y esperaron en una fila serpenteante alrededor del centro médico Chelsea Sexual Health Clinic ese día no tuvieron la misma suerte. Las 200 dosis disponibles se acabaron rápidamente, según el concejal de la ciudad de Nueva York, Erik Bottcher, cuyo distrito incluye el barrio de Chelsea, y quien ha estado pidiendo con urgencia más vacunas.
El primer caso de viruela del mono en Estados Unidos se confirmó a mediados de mayo. Mientras los casos ascendían a 767 en todo el país para el 9 de julio, expertos en salud pública han observado semejanzas con la respuesta vacilante del Gobierno ante el COVID-19.
“Llevamos seis semanas y todavía tenemos problemas con la disponibilidad de pruebas y el suministro de vacunas, como sucedió con el coronavirus”, dijo Gregg Gonsalves, profesor asociado de epidemiología en la Escuela de Salud Pública de Yale.
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