El hombre llegó a la Luna el 20 de julio de 1969, un suceso importante para la humanidad que fue seguido por la Santa Sede, durante el pontificado de San Pablo VI.
Ese episodio fue relatado por el hermano jesuita y director del Observatorio del Vaticano, Guy Consolmagno, en el artículo titulado “Pálida luz de nuestros sueños” y publicado en el diario del Vaticano, L’Osservatore Romano (LOR).
Por ACI Prensa
En el texto, el hermano jesuita recuerda que fue un domingo cuando el Papa San Pablo VI dirigió unas palabras a los astronautas que llegaron a la Luna a bordo del Apolo 11.
“Estamos cerca de ustedes con nuestros deseos y nuestras oraciones. Los saluda con toda la Iglesia el Papa Pablo VI”, dijo, entre otras cosas, el Pontífice a Neil Armstrong, Edwin “Buzz” Aldrin y Michael Collins, que se encontraban en el satélite lunar.
Ese día, el Santo Padre “dio una mirada a la Luna a través de uno de los telescopios y luego, a las 22:17, hora de Roma, vio a los astronautas aterrizar y escuchó la famosa frase ‘El águila ha aterrizado’, tras lo cual se unió a otros líderes del mundo para hablar a los astronautas”.
El sacerdote jesuita y astrónomo inglés Christopher Corbally, uno de los actuales miembros del Observatorio Vaticano, estuvo ese día allí.
“Estaba en los jardines de Castel Gandolfo, de pie en la terraza entre las cúpulas del Observatorio Vaticano Schmidt y los telescopios Carte du Ciel, rodeado por técnicos televisivos de la RAI (la cadena italiana) y miraba un monitor con una conexión especial desde los Estados Unidos que acababa de transmitir el aterrizaje del módulo lunar del Apolo XI”, relata el presbítero.
“En la cúpula Schmidt estaba el Papa Pablo VI que miraba la misma transmisión del aterrizaje y saludaba a los astronautas. Estaba asistido por Mons. Benelli (entonces sustituto de la Secretaría de Estado) y por el director del Observatorio Vaticano, Padre Daniel O’Connell. ¡Qué momento!”.
El sacerdote relató que después de unos momentos “el Papa vino a la terraza para agradecer al equipo televisivo por haber hecho posible la transmisión Tierra – Luna”.
“Todos los presentes estaban en fila para darle la mano al Papa y recibir una medalla de agradecimiento. Naturalmente me uní a ella y fui presentado al Papa por el Padre O’Conell quien le explicó que yo era un jesuita británico, que estudiaba física en la Bristol University y que estaba interesado en hacer parte del staff del Observatorio”, continuó el sacerdote que entonces hacía sus prácticas allí y que tenía solo 22 años.
“Pueden imaginar que he custodiado como un tesoro la medalla que recibí en esa ocasión” y que dio luego el sacerdote a sus padres.