Sí, estas zonas serán el nuevo y novedoso método para limpiar miles y miles de dólares de procedencia dudosa que circulan dentro de la economía venezolana.
Quieren optimizar sus proceso de adecuación de capitales, pues ya no saben qué hacer con tanto dinero acumulado y tienen temor de invertirlos fuera del país, pues, a pesar que su situación pareciera mejorar en el ámbito internacional aún tiene el susto en el pecho del decomiso de fortunas enteras en cuentas internacionales.
Es por ello que se inventaron estas zonas económicas, que es un método para que el régimen legalice el proceso de lavado dentro del territorio nacional, es decir un mecanismo “made in revolución”.
Maduro está impulsando lo que se ha calificado como el capitalismo de lavandería, es decir la proliferación de una economía aparentemente libre pero asociado a los intereses más ruines y nutrida por dinero irrito y, a decir menos, irregular.
Como ya se cansaron de colocar expendios de alimentos y pasaron a los casinos, ahora viene la etapa superior, entiéndase la proliferación de hoteles, spa, y otros centros de recreación en las “zonas económicas especiales, pero no para los pobres, sino para ellos mismos y sus compinches rusos, chinos, turcos e iranies”.
Los enchufados ahora serán expertos en el ramo turístico hotelero y restaurantero; los veremos con grandes hoteles en la Isla de La Tortuga y demás espacios como Los Roques y paremos de contar.
Así como ayer reactivaron el hotel del Ávila, cuidado si mañana no acaban con el ecosistema del Pico Bolívar para colocar allí un hotel 5 estrellas y exclusivo para enchufados, socialistas de élite y sus camaradas internacionales. Igual que en Cuba.
Pareciera, a ciencia cierta, que ya el capitalismo no es tan malo, o por lo menos en lo que ellos se refiere.
Mientras los poderosos puedan gozar del capital y puedan beber y comer bien, mientras puedan lavar y lavar, entonces el socialismo queda para los tontos útiles.
En fin, el socialismo que ellos tanto pregonan fracasó en todos los puntos de vista; la palabra solo quedó para la retórica política y como una ilusión partidista, pues en lo referente a lo operativo el régimen acogió el “capitalismo de lavadora” como su sistema económico.
Ya no hablan de cooperativas ni de expropiaciones; y la razón es que no quieren que los trabajadores sean propietarios dentro de una sana economía –bien entendida y empleada– y menos quieren saber de expropiaciones debido a que ya no hay a quien expropiar salvo a ellos mismos.
A tal punto han llegado que al “presidente obrero” –como hipócritamente califican a Maduro– le incomodan los reclamos sindicales y las luchas por reinvindicaciones laborales.
Ya la personalidad de obrero se le borró de la mente para darle paso a su “nueva era” y su “nueva personalidad”.
Sin duda, estamos en presencia del ocaso del sistema.
Y sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.