El español Fernando Alonso inauguró el mes de agosto con una noticia que sorprendió a aficionados e integrantes de la Fórmula Uno, tras cambiar el azul de Alpine por el verde de Aston Martin, donde sustituirá al alemán Sebastian Vettel a partir de la temporada que viene para perseguir su idea de “volver a ganar”; el famoso ‘plan’.
El bicampeón de F1 con Renault en 2005 y 2006 volvió hace dos temporadas a la competición, tras alejarse dos años para ganar -en dos ocasiones en las 24 horas de LeMans y el campeonato de resistencia y una en las 24H de Daytona- y participar -Rally Dakar y 500 Millas de Indianápolis- en otras disciplinas, con la mira puesta a este 2022 y su cambio de normativa pospuesta un año por la pandemia del coronavirus.
De ahí salió ‘el plan’. Un movimiento que nació en redes sociales y que adoptó el propio Fernando Alonso e incluso el equipo Alpine -antiguo Renault-, que puso dichas palabras en su alerón trasero en la última carrera de la pasada temporada. El objetivo era tan sencillo y difícil de conseguir a la vez: volver a ganar.
En el cambio de normativa, sobre todo en la parte aerodinámica de los coches, se albergaba la esperanza; pero esta duró poco. Los test de pretemporada de Barcelona evidenciaron ya los problemas de Alpine y no tardó en verse que iban a estar lejos de la cabeza y de ese sueño de volver a luchar por las posiciones punteras.
Alonso sacó magia en el tercer Gran Premio del año cuando en la clasificación de Australia hizo los dos primeros sectores en tiempos de pole, pero un problema mecánico en los metros finales le hizo acabar en la grava. En Canadá, bajo la lluvia, cuando los rendimientos de los coches no son tan importantes, el genial piloto asturiano finalizó segundo en clasificación, pero ya en seco el Alpine volvió a fallar y solo pudo acabar noveno.
Momentos de brillantez en la conducción, con sus 41 años recién cumplidos el pasado viernes, que no se tradujeron en puntos en el primer tercio de temporada por la escasa fiabilidad del coche de la escudería francesa.
No se cumplieron las expectativas y la renovación o no de Alonso por Alpine se convirtió en el centro del debate antes de encarar el mes de parón tras el verano y se produjeron declaraciones de Otmar Szafnauer, jefe del equipo, desmarcándose de la importancia del español, catalogándole incluso como segundo piloto y poniendo en varias ocasiones sobre la mesa el nombre de Oscar Piastri -de su academia de pilotos-.
Sin embargo, cuando la renovación parecía cercana, con un Alonso diciendo que “si estamos de acuerdo las dos partes, esto se arregla en diez minutos” y que su “primera opción” e “intención” era quedarse en Alpine y con Alan Permane, jefe de ingeniería de Alpine, asegurando en Hungría que “es una pieza básica en el equipo”, todo cambió.
En Hungaroring, Sebastian Vettel, tetracampeón del mundo con Red Bull en 2010, 2011, 2012 y 2013, anunciaba su marcha de Aston Martin y retirada de la Fórmula Uno, por lo que Lawrence Stroll, dueño del equipo británico, puso toda la carne en el asador para lograr un fichaje que no era la primera vez que perseguía, pero que esta vez sí ha logrado.
‘El plan’ cambia al verde. A un equipo que, a día de hoy, está más lejos de ganar que Alpine. En datos: son novenos -de diez- en la clasificación de constructores con 20 puntos, por los 99 de Alpine que le hacen ocupar la cuarta plaza.
Sin embargo, no es la primera vez que Alonso sorprende con un cambio de equipo. El primero, en una situación bien distinta, fue en su vuelta a Renault tras una temporada en McLaren en un 2007 en el que la situación fue insostenible por la preferencia de trato a Lewis Hamilton que, a la postre, les hizo perder el título.
El segundo si guarda alguna similitud. Alonso dejó Ferrari en 2014 tras cinco años de ilusiones y frustraciones, consciente de que no iban a poder luchar con Mercedes en la era híbrida -así se demostró luego- y se embarcó en un proyecto McLaren-Honda que, sin duda, fue erróneo.
Ahora, ocho años más tarde, el asturiano es consciente, como dijo en Hungría, de que no hay hueco en los coches ganadores, por lo que hay que tomar una alternativa.
“¿Subirme a un coche ganador? Eso es imposible ahora mismo; pero tampoco tengo una bola de cristal que me diga lo que va a pasar. Con las nuevas reglas ahora mismo pueden ganar Red Bull y Ferrari; y posiblemente vuelva a hacerlo Mercedes. Si puedes hacerlo, ahora mismo lo mejor es ir a uno de esos tres equipos. Y si no, tienes que creer en nuevos proyectos”, aseguró el bicampeón del mundo.
Por eso cambia Alpine por Aston Martin, un equipo que verá nacer a finales de 2023 su nueva fábrica y que ha invertido dinero en fichar a ingenieros de Mercedes y Red Bull con el objetivo de asentarse en la élite, aunque en 2022 están lejos de ello.
La escudería británica, dirigida por el multimillonario canadiense Lawrence Stroll, cuyo hijo, Lance, será compañero de Alonso, no cuenta con motor propio, como si tiene Alpine, ya que es cliente de Mercedes, por lo que esa parte del desarrollo no corre de su cuenta.
Habituales en el fondo de la parrilla, luchando por entrar en Q2 y rascando algún punto, Aston Martin confía en que el fichaje de Fernando Alonso les ayude a progresar hasta la cima en un acuerdo “multianual”, algo en lo que ha insistido el español en sus declaraciones y que, según las informaciones que surgían del paddock, era un punto central de las negociaciones de renovación con Alpine.
El asturiano no quería comprometerse solo una temporada más ya que siente que firmando uno de sus “mejores años a nivel de competitividad”, por lo que el plan, otra vez, pasa, como no, por ganar.
“Todavía tengo el hambre y la ambición de luchar en los primeros puestos, y quiero ser parte de una organización que esté comprometida a aprender, crecer y tener éxito. Mi intención es ganar otra vez en este deporte, y por eso tengo que tomar la oportunidad que sienta que es correcta para mí”, aseguró Alonso en el comunicado en el que se anuncia su fichaje por Aston Martin, monoplaza en el que iniciará su 20ª temporada en F1. EFE