Los dragones son esas criaturas mitológicas que han estremecido durante siglos la imaginación de la humanidad, siempre aventurada a superar a la Naturaleza misma en sus ensoñaciones. Sin embargo, un pequeño lagarto de unos 20 centímetros es capaz de generar sorpresa a pesar de no echar fuego por la boca.
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El lagarto armadillo, conocido entre la comunidad científica como “Ouroborus cataphractus”, es una especie de reptil terrestre de la familia Cordylidae que vive en Sudáfrica.
Destacan por su color marrón claro que les ayuda a mimetizarse entre cantos afloramientos rocosos en ambientes desérticos.
Al describirlo, no podemos olvidar sus escamas a modo de espinas, distribuidas a lo largo de su cuerpo para ofrecerle protección ante los depredadores y otros miembros de su misma especie. Es común que este lagarto muerda su propia cola y se enrolle a semejanza de los armadillos e, inclusive, ruede como una bola.
Su dieta se fundamenta en la ingesta de diversos insectos, sobre todo termitas, escorpiones y escarabajos de todo tipo. También come algunas hierbas.
Los adultos tienen una longitud entre 16 y 21 centímetros. A diferencia de la mayoría de los reptiles, los lagartos armadillos constituyen familias y cuidan de sus crías.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés) asegura que el estado de conservación del lagarto armadillo ha alcanzado la categoría “preocupación menor”.