Pensaban que tenía el futuro escrito, contaba con una inimaginable fortuna y pudo llegar a ser presidente de los Estados Unidos, en la opinión de muchas personas, pero por un fenómeno que aún no se resolvió, lo que parecía ser un futuro escrito de color brillante, tuvo una vuelta total de 180 grados.
Por Clarín
Michael Rockefeller era hijo de Nelson Rockefeller, poseedor de una de las mayores fortunas del mundo y hasta con aspiraciones políticas a lo grande. Según varios testimonios, Michael era un joven educado y culto que parecía dirigirse hacia lo más grande. Pero a pesar de que todos apuntaban a que el joven seguiría la línea de su familia, él no se encontraba interesado en la política y los negocios.
Así, se graduó de la Universidad de Harvard en Arqueología y Economía, pero lo que realmente le gustaba e interesaba era la aventura, viajar a los lugares más lejanos del planeta en busca de lo desconocido. Y así terminó…
Una tribu lo inquietaba
Entre varios de sus principales objetivos, Rockefeller se encontraba estudiando una tribu que habitaba en la remota región de Papua Nueva Guinea, los Asmat. El joven quería ir a expedicionar el lugar, y traer consigo algunas de las artesanías elaboradas por estas personas para decorar las vitrinas del Museo de Arte Primitivo de Nueva York, lugar que había sido fundado por su padre. Así, Michael viajó al lugar de expedición hasta esa nación de Oceanía, pero nunca más regresó y su desaparición continúa siendo un misterio.
Una de las versiones más extendidas es que Michael se ahogó, aparentemente, el 18 de diciembre de 1961, con apenas 23 años en la aún Nueva Guinea Neerlandesa (hoy, Papua Nueva Guinea). Sin embargo, en 1971 el periódico de España ABC, publicó que el heredero de los Rockefeller en realidad había sido devorado por los caníbales locales.
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