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Una misión del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) se dirige este lunes hacia la central nuclear ucraniana de Zaporiyia, donde llegará estos próximos días, tras semanas de bombardeos y miedo a que se produzca una catástrofe.
El director general del organismo, el argentino Rafael Grossi, encabeza la misión, formada por una decena de personas, para inspeccionar la planta en el sur del país, ocupada por el ejército ruso desde el inicio de la guerra.
“Llegó el día, la misión del OIEA está de camino a Zaporiyia. Debemos proteger la seguridad de Ucrania y de la mayor central de Europa”, tuiteó Grossi, avanzando que el equipo llegará “esta semana”.
Grossi reclamaba desde hace meses poder acceder al lugar y advertía el “riesgo real de catástrofe nuclear”.
“Esta misión será la más dura de la historia del OIEA debido a las actividades de combate que Rusia lleva a cabo en el terreno”, estimó el lunes el ministro ucraniano de Relaciones Exteriores, Dmytro Kouleba, desde Estocolmo.
Rusia, por su parte, pidió “presionar” a las fuerzas ucranianas para reducir la tensión en torno a la central y “dejar de poner en peligro al continente europeo bombardeando” las instalaciones y sus alrededores, en palabras del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, quien calificó de “necesaria” la misión del OIEA.
Los países del G7, “profundamente preocupados”, pidieron garantías de acceso “con toda libertad” del personal del OIEA a las instalaciones.
“Cualquier intento de Rusia de desconectar la central de la red eléctrica ucraniana sería inaceptable”, advirtió el G7.
El lunes, el operador de las centrales ucranianas Energoatom indicó en Telegram que la central de Zaporiyia “funciona con el riesgo de violar las reglas de seguridad en materia de radiaciones e incendios”.
Según el operador, “10 habitantes resultaron heridos” en los bombardeos en las últimas 24 horas en Energodar, la localidad donde se encuentra la central. Entre ellos, cuatro son trabajadores de la planta.
“Riesgo de escapes”
Energoatom también señaló que las fuerzas rusas “se preparan para la llegada de la misión del OIEA, presionando al personal de la central para impedir que recojan pruebas de los crímenes del ocupante en la central”.
La central de Zaporiyia, donde se encuentran seis de los 15 reactores ucranianos, cayó en manos de las tropas rusas en marzo, poco después del inicio de la invasión el 24 de febrero.
Kiev y Moscú se acusan de bombardear las zonas aledañas del recinto, cerca del río Dniéper, y de poner en peligro las instalaciones.
“La infraestructura de la estación ha sido dañada, hay riesgo de escapes de hidrógeno y pulverización de sustancias radioactivas”, alertó el sábado Energoatom.
Ante esta situación, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, pidió a la agencia nuclear de la ONU que enviara rápidamente a un equipo.
Entre el jueves y el viernes, la central y sus seis reactores de 1.000 megavatios cada uno fueron “totalmente desconectados” de la red nacional debido a los daños que sufrieron las líneas eléctricas, según las autoridades ucranianas, antes de volver a ser conectados.
El Ayuntamiento de Zaporiyia dijo que había distribuido desde el 23 de agosto comprimidos de yodo a los habitantes en un radio de 50 km alrededor de la central, conforme a las instrucciones del ministerio de Salud, aunque indicó que las pastillas sólo debían usarse en caso de alerta de radiaciones.
“Degradación y muerte”
En el terreno, los combates persisten en el este y el sur del país.
Las autoridades locales informaron de bombardeos nocturnos en las regiones de Járkov (nordeste), Mikolaiv (sur) y Dniepropetrovsk (centro). El gobernador de esta última región, Valentin Reznichenko, anunció este lunes en Telegram la muerte de una persona en estos ataques.
En su discurso diario, Zelenski declaró el domingo por la noche que “los invasores trajeron la degradación y la muerte. Y piensan que estarán aquí para siempre. Pero no será así”.
El mandatario dijo querer retomar “todas las regiones bajo ocupación rusa”, incluida Crimea, anexionada por Rusia en 2014.
En el plano internacional, el jefe del gobierno alemán, Olaf Scholz, abogó este lunes para que su país asuma “una responsabilidad especial” en la ayuda militar a Ucrania, y aseguró que Berlín mantendrá su apoyo a Kiev “el tiempo que haga falta”.
También prometió un apoyo firme a las candidaturas a integrar la Unión Europea de Moldavia, Georgia y Ucrania, y de países de los Balcanes, planteando un escenario de un bloque de “30 o 36 miembros”. AFP