El resultado incierto del referéndum constitucional de ese domingo levanta expectación entre los chilenos residentes en España, que votan entre la esperanza de que propicie el diálogo nacional y un cambio social y el temor de que retrocedan derechos como la propiedad privada.
El sufragio es voluntario para los chilenos con domicilio electoral en el extranjero y deben estar registrados para poder votar, mientras que es obligatorio en el propio país, algo que ocurre por primera vez desde 2012.
En España están inscritas 11.673 personas para el referéndum, en las circunscripciones de Barcelona (5.995), Madrid (4.580) y Valencia (1.098), adonde deben desplazarse para votar según la región de residencia, informaron a EFE fuentes consulares. En todo el país están empadronados algo más de 28.000 chilenos, según el Instituto Nacional de Estadística.
Más de 15 millones de chilenos están llamados hoy a las urnas para aprobar o rechazar la nueva Constitución en un proceso inédito para sustituir la de 1980, durante la dictadura, y que podría suponer el fin del sistema neoliberal que rige en el país desde hace casi medio siglo.
Ingrid, de 72 años (7 años en España), cree que lo “justo y lo digno” es que la propuesta de Constitución sea aprobada, aunque no está segura completamente de que vaya a ocurrir.
En declaraciones a EFE en Madrid, argumentó que su responsabilidad de ciudadana es votar, convencida absolutamente de que la Constitución va a cambiar de forma “fundamental” la vida de los chilenos al reconocer los derechos de las mujeres, medioambientales, a la vivienda, el agua y una salud y una ecuación “dignas”.
Partidaria del diálogo para resolver los grandes problemas de Chile, añadió que va a favorecer la convivencia nacional para evitar otro estallido social como el de hace tres años, que dio lugar a este proceso constituyente, pues la “gente pobre está muy mal”.
Es la primera vez que Roxana, de 52 años, vota en los 14 años que vive en España; es “vital” hacerlo, argumenta, porque hay “preocupación” por las consecuencias de la Constitución y conoce a gente de clase media y media baja “tremendamente asustada”.
Asegura que está en peligro la propiedad privada; y pone el ejemplo de que será expropiada si fuera necesario para una guardería infantil a cambio de un una tasación fiscal insuficiente, asegura, para comprar otra.
Sus hermanos trabajan en empresas extranjeras y algunas se “están yendo” del país, lo que también le preocupa, sin atreverse a predecir ningún resultado de la votación.
Felipe, un hispanochileno de 74 años (45 en España) que siempre vota, augura un resultado “bastante reñido”, si bien espera que ganen los partidarios de la Constitución, pues se ha hecho en democracia.
Piensa que servirá para mejora la vida de la población, reducir las grandes desigualdades sociales y garantizar los derechos a una educación y sanidad de calidad para los menos pudientes.
EFE