Una película puede garantizarse una butaca en la eternidad por muchos motivos: actuaciones, innovación, tema, taquilla.
Por: Clarín
Algunas son recordadas por sus dones: El Ciudadano, Psicosis, El Padrino; otras por ser discursivamente aberrantes, pero cinematográficamente geniales: El nacimiento de una nación; un grupo directamente por su infamia: The Room, The Brown Bunny.
A diferencia de The Room, que, pobre, no es más que una inofensiva mala película, The Brown Bunny, o más tiernamente El conejito marrón, no reside en las memorias de un puñado de personas por mala película, sino por una escena en particular.
Una escena que devora el filme: uno tranquilamente puede no haber visto El conejito marrón y saber que en ella, al final, se ve una felación real de varios minutos.
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