Guterres calificó como “masacre climática” lo ocurrido en Pakistán tras las devastadoras inundaciones

Guterres calificó como “masacre climática” lo ocurrido en Pakistán tras las devastadoras inundaciones

Una familia vadea una zona afectada por las inundaciones tras las fuertes lluvias monzónicas en el distrito de Charsadda, en Khyber Pakhtunkhwa, el 29 de agosto de 2022. – El número de muertos por las inundaciones monzónicas en Pakistán desde junio ha alcanzado los 1.061, según las cifras publicadas el 29 de agosto de 2022 por la Autoridad Nacional de Gestión de Desastres del país. (Foto de Abdul MAJEED / AFP)

 

 

 





El secretario general de la ONU, António Guterres afirmó este sábado que las inundaciones en Pakistán provocaron una “masacre climática” de magnitud inédita y las achacó al cambio climático acelerado por los países industrializados.

“He visto muchos desastres humanitarios en el mundo, pero nunca he visto una masacre climática de semejante escala”, declaró Guterres en una conferencia de prensa en la ciudad portuaria de Karachi, después de visitar zonas de Pakistán golpeadas por el siniestro.

Cerca de 1.400 personas murieron desde junio en las crecidas, causadas por devastadores vientos monzones. Las aguas cubrieron un tercio del país -una superficie equivalente a la del Reino Unido– y destruyeron viviendas, negocios, carreteras, puentes y cultivos.

Las inundaciones afectaron a unos 33 millones de personas que se quedaron sin casa.

Guterres había afirmado poco antes, en Islamabad, que “Pakistán y otros países en desarrollo (…) están pagando un precio atroz por la intransigencia de los grandes emisores [de gases de efecto invernadero] que siguen apostando por los combustibles fósiles”.

“Desde Islamabad, lanzo un llamado mundial: paren esta locura. Inviertan desde ya en las energías renovables. Pongan fin a la guerra contra la naturaleza”, proclamó.

Pakistán, un país muy endeudado, estima que necesitará al menos 10.000 millones de dólares para reconstruir las infraestructuras arrasadas total o parcialmente por las aguas.

Para Guterres, la ayuda financiera de la comunidad internacional “no es una cuestión de generosidad, sino de justicia”.

El monzón, que suele durar de junio a septiembre, es esencial para regar las plantaciones y para la reconstitución de los recursos hídricos del subcontinente indio. Pero Pakistán no había vivido unas lluvias tan torrenciales en por lo menos tres décadas.

“Suicidio colectivo”

El viernes, Guterres ya había manifestado su indignación ante la indiferencia del mundo, sobre todo de los países más industrializados, frente al cambio climático.

“Es una locura, un suicidio colectivo”, señaló.

Pakistán es responsable de menos del 1% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, pero ocupa el octavo lugar entre los países más amenazados por los fenómenos meteorológicos extremos, según un estudio de la ONG Germanwatch.

Este año, el país ya se ha enfrentado a una ola de calor que llegó a superar los 50 ºC, a importantes incendios forestales y a inundaciones devastadoras causadas por el rápido deshielo de los glaciares.

Este sábado, Guterres debía visitar la ciudad milenaria de Mohenjo Daro, inscrita en el patrimonio mundial de la Unesco y amenazada por las inundaciones.

“Si viene a vernos, que Alá lo bendiga”, declaró el viernes a la AFP Rozina Solangi, una ama de casa de 30 años, vecina de una aldea que se inundó cerca de Sukkur, en el sur.

“Todos los niños, los hombres, las mujeres se asan en este calor abrasador. No tenemos comida ni techo. Hay que hacer algo por los pobres”, agregó.

La oficina meteorológica nacional indica que durante la temporada del monzón de 2022 llovió cinco veces más de lo normal.

El mal tiempo provocó inundaciones repentinas en los ríos montañosos del norte, que arrasaron carreteras, puentes y edificios en cuestión de minutos, y una lenta acumulación de agua en las llanuras del sur que sumergió cientos de miles de kilómetros cuadrados de tierra.

Cientos de campamentos improvisados surgieron en los escasos espacios secos del sur y el oeste del país. Las carreteras o vías férreas elevadas son a menudo los últimos lugares donde el agua no se deslizó.

Con la gente hacinada, en muchos casos junto al ganado, se teme la aparición de epidemias. Ya se han registrado numerosos casos de dengue, enfermedad propagada por mosquitos, y de sarna.

AFP