Pedro Castro Guillen: La educación, nuestro problema más urgente

Pedro Castro Guillen: La educación, nuestro problema más urgente

Pedro Vicente Castro Guillen @pedrovcastrog

Tengo probablemente la muy tonta idea de que nuestro problema más urgente no es reconstruir la industria petrolera o el sistema eléctrico nacional; sino volver a construir el sistema educativo nacional. Y lo es, porque esto supone lograr revertir un daño masivo que nos hizo el socialismo en el siglo xxi, con la destrucción de la cultura, que se había venido construyendo de manera paulatina desde la posguerra Federal en el último tercio del siglo XIX y sobre todo en el siglo XX, después de la muerte del General Juan Vicente Gómez Chacón a partir de 1936.

Como resultado de la devastación socialista, hoy somos un país con una indigencia ostensible de valores civiles y ciudadanos, lo que da lugar al irrespeto flagrante de todas las normas de educación en el trato interpersonal y social.

Una menesterosidad ominosa en cuanto el respeto a todo principio de justicia pública o privada. Donde incluso lo más desesperante no es la violación de las normas de cualquier índole; sino que quienes son víctimas y victimarios ni siquiera se dan por enterados de que son víctimas y victimarios porque simplemente ignoran lo que pudiera constituir un comportamiento decente ajustado a un principio cívico y moral. Tal es nuestra destrucción cultural, que nos parece hasta encomiable, la conducta de aquellos que se aprovechan por la viveza o por la fuerza de bienes (públicos o privados) que les son ajenos, o aquellos que aplauden por perversión la explotación de sus semejantes basados en su debilidad y minusvalía respecto a sus propios recursos.





No habrá recuperación del país por mucho que volvamos a producir petróleo o nos alumbremos con luz eléctrica, si no volvemos a construir un sistema cultural basado en normas de respeto a valores comunes; si no volvemos a recomponer nuestra subjetividad con un fundamento cívico y moral de respeto mutuo, con sólidos principios de justicia, que nos haga rechazar y condenar toda práctica contraria a principios de convivencia política, civil y moral sustentados en el facilismo, la evasión de nuestros deberes ciudadanos y políticos; y la lenidad hacia los comportamientos violatorias de toda norma de convivencia civil y política.

Esta tarea es nuestra tarea más exigente, porque depende de nosotros mismos y del sistema educativo que estemos dispuesto a construir en el muy próximo futuro. Tarea que en el caso de que decidamos emprenderla nos llevará décadas, y que está plagada de enormes complejidades, porque se trata de hacerlo desde preescolar hasta la universidad. Para la cual habrá que poner de acuerdo y lograr consensos sólidos a lo largo y ancho de todos los sectores que aún quedan en nuestro asolado país.

Un trabajo arduo porque implica altas complejidades sociales y técnicas, con retos inmensos ya que debe abarcar problemas que nuestro país durante mucho tiempo se negó a abordar optando por o dándole prioridad al eje que va de la educación básica a la educación superior, dejando de lado importantes subsistemas intermedios, como la educación para el trabajo por sólo poner el ejemplo más emblemático. Pero además se abandonó toda reflexión seria sobre el pensamiento educativo, calidad de la educación, sobre la planificación y evaluación del sistema, entre muchas cosas que fuimos dejando de lado por décadas hasta que nos pasaron una enorme y dolorosa factura.

Esta labor, es nuestra principal prioridad para volver a ser un país que merezca ese nombre y pueda ser el soporte del futuro que todos deseamos.