Los adultos de más de 50 años que duermen cinco horas o menos por las noches tienen más riesgo de desarrollar varias enfermedades crónicas en comparación con los que duermen siete horas, según un estudio publicado este martes en la revista PLOS Medicine.
La investigación, liderada por Séverine Sabia, de la Universidad de París Cité y del University College de Londres, analizó el impacto de la duración del sueño en la salud de 7.864 personas de 50, 60 y 70 años incluidas en el estudio Whitehall II, que recoge datos de trabajadores de la administración pública británica desde 1985.
Los investigadores examinaron la relación entre el tiempo de sueño, la mortalidad y el diagnóstico de dos o más enfermedades crónicas (multimorbilidad) -como enfermedades cardíacas, cáncer o diabetes- en los últimos 25 años.
Según los resultados, los que declararon haber dormido cinco horas o menos a los 50 años tenían un 20% más de probabilidades de ser diagnosticadas de una enfermedad crónica y un 40% más de probabilidades de ser diagnosticadas de dos o más enfermedades crónicas (multimorbilidad) en los siguientes 25 años, en comparación con las personas que dormían hasta siete horas.
También descubrieron que quienes dormían cinco horas o menos a los 50 años tenían un 25% más de riesgo de mortalidad en los siguientes 25 años, debido -apunta el estudio- a que la corta duración del sueño aumenta el riesgo de padecer enfermedades crónicas que incrementan el riesgo de muerte.
Severine Sabia, investigadora del Instituto de Epidemiología y Salud de la UCL y autora principal, advierte de que “la multimorbilidad va en aumento en los países de renta alta y más de la mitad de los adultos mayores padecen ya al menos dos enfermedades crónicas, lo que está suponiendo un gran reto para la salud pública, ya que la multimorbilidad se asocia a un elevado uso de los servicios sanitarios, las hospitalizaciones y la discapacidad”.
“A medida que las personas envejecen, sus hábitos de sueño y su estructura cambian pero es importante dormir entre 7 y 8 horas por noche”, avisa.
Para garantizar un mejor sueño nocturno, el estudio aconseja promover una buena higiene del sueño, como asegurarse de que el dormitorio esté tranquilo, oscuro y con una temperatura agradable antes de dormir.
También aconsejan evitar los dispositivos electrónicos y las comidas copiosas antes de acostarse.
En paralelo, la actividad física y la exposición a la luz durante el día también podrían favorecer un buen sueño.
Como parte del estudio, los investigadores también evaluaron si dormir nueve horas o más afectaba a los salud pero no hallaron asociaciones claras.
Sin embargo, si a un participante ya se le había diagnosticado una enfermedad crónica, la larga duración del sueño se asociaba con un riesgo aproximadamente un 35% mayor de desarrollar otra enfermedad.
Los investigadores creen que esto podría deberse a las condiciones de salud subyacentes que afectan al sueño.
“Dormir lo suficiente permite al cuerpo descansar. Hay muchas otras formas en las que un sueño deficiente puede aumentar el riesgo de padecer una enfermedad cardíaca o un accidente cerebrovascular, como el aumento de la inflamación y de la presión arterial”, explica Jo Whitmor, enfermera especializada en cardiología de la Fundación Británica del Corazón.
“Esta investigación se suma a un conjunto cada vez mayor de estudios que ponen de relieve la importancia de dormir bien”, concluye.
EFE