El 28 de octubre de 2001, Claudio Oscar “Clotta” Lanzetta, uno de los más renombrados relacionistas públicos de la década del ´90, planeó una noche de placer perfecta, pero terminó siendo la víctima de un crimen brutal. Dos décadas después, los asesinos condenados ya recuperaron la libertad y los vecinos del departamento de la calle Juncal al 3700,en Buenos Aires, Argentina, donde vivía el mediático de 39 años, aseguran que su fantasma recorre los pasillos del edificio.
Por TN
Lanzetta se definía a sí mismo como un “fabricante de tendencias”. Organizaba fiestas en las discos más exclusivas como Pachá o Buenos Aires News y se codeaba con las estrellas del mundo artístico, de la moda, los hijos del poder y los jóvenes de la alta sociedad. En ese ambiente, la noche anterior al crimen, fue que conoció al delincuente que lo asesinó.
La víctima y el hombre quedaron en salir a cenar al otro día, pero la premisa era que cada uno de ellos llevara a un amigo. Lanzetta invitó a su colaborador Gustavo Pereyra, alias “Guga”, y los cuatro se reunieron en un restaurante de Las Cañitas. Tan bien marchaba la noche, que en un determinado momento “Clotta” propuso seguirla en su casa, y dio así el primer paso hacia su propia muerte.
La cita, una trampa
El supuesto encuentro sexual había sido una trampa. A Claudio Lanzetta lo mataron para robarle. Cerca de las 3 de la madrugada, uno de los invitados le dijo a la víctima que bajaba hasta el auto para buscar su celular, pero cuando volvió no lo hizo solo. El sujeto regresó con dos cómplices, que lo estaban esperando en la puerta del edificio de Juncal 3745 para dar inicio al asalto.
“A mi tío le sacaron los cordones de las zapatillas, con eso lo ataron boca abajo en un sillón blanco que daba al balcón”, relató a TN Micaela, sobrina de Lanzetta, que tenía apenas 9 años cuando ocurrió el crimen. Y agregó: “Con un revólver calibre 28 jugaban en la cabeza de él y en la cabeza de ‘Guga’ Pereyra”.
“En ningún momento se negó a darles todo”, lamentó Micaela. Según contó, la banda le exigía a la víctima las llaves de dos vehículos importados, pero cuando él les dijo que los había vendido, no le creyeron y le pegaron un tiro.
Fuga accidentada y el descuido que precipitó la caída
La bala impactó de lleno en el cerebro del ícono de la noche porteña y de la movida en Punta del Este. Lo mató casi en el acto. Mientras tanto, los delincuentes buscaban cualquier cosa de valor para no irse con las manos vacías, pero el escándalo que hacía Benito, el perro de Lanzetta, precipitó finalmente la fuga sin que pudieran llevarse el botín que esperaban.
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