El agua potable, nuevo frente de la lucha por los derechos civiles en EEUU

El agua potable, nuevo frente de la lucha por los derechos civiles en EEUU

 Habitantes de Jackson protestan por la crisis del agua en su ciudad, en una manifestación de este mes de octubre. ROGELIO V. SOLIS (AP)

 

La siniestra túnica con capucha de un miembro del Ku Klux Klan ilustra los crímenes, abusos y segregación de la población negra de Misisipi en el Museo de Derechos Civiles de Jackson. Suena música soul, pero cuando unos sensores detectan el paso del visitante le lanzan improperios racistas para sensibilizar sobre el trato que se daba a los afroamericanos. La exposición recuerda también cómo la tortura y asesinato impunes del muchacho de 14 años Emmett Till en 1955 por silbar a una mujer blanca (sobre lo que se acaba de estrenar una película) impulsaron la lucha por los derechos civiles. La batalla por la igualdad no ha terminado y en Jackson tiene un nuevo frente, que el museo aún no recoge: el agua potable.

Por El País





La capital de Misisipi, de unos 150.000 habitantes, con más de un 80% de población negra y un 25% de pobres, carece de un servicio de agua corriente mínimamente fiable, algo que parece increíble en una gran ciudad de la primera potencia mundial. La crisis del agua de Jackson no es nueva, pero se mostró con toda su crudeza en agosto pasado, cuando las lluvias provocaron una avería en el vetusto sistema de bombeo y canalización y dejaron sin suministro durante días a casi toda la ciudad. “Fue una pesadilla”, comenta una estudiante universitaria de 19 años en Jackson. Los habitantes de la única gran ciudad del Estado no podían bañarse, tirar de la cadena, lavar, cocinar o beber sin aprovisionarse por su cuenta. Cuando volvió el agua, salía marrón. Durante semanas se mantuvo el aviso de no consumir agua del grifo sin hervirla previamente, que ya es habitual en la ciudad.

El gobernador de Misisipi, el republicano Tate Reeves, declaró una “situación de desastre y de peligro extremo para la seguridad de las personas y los bienes”. El alcalde de la ciudad, el demócrata Chokwe Antar Lumumba, fue más rotundo: “Estamos en constante estado de emergencia”. Alcalde y gobernador están enfrentados políticamente y se culpan mutuamente de la situación.

Jackson no tiene un problema de sequía. Al revés, dispone de agua en abundancia. El embalse de Barnett, que ocupa más de 13.000 hectáreas, lucía este martes a rebosar al norte de la ciudad. El río Pearl bordea el centro urbano. Lo que no logra Jackson es hacer llegar el agua en condiciones a sus ciudadanos. Algunas tuberías tienen más de 100 años de antigüedad y el déficit de inversiones se extiende al alcantarillado y las plantas de tratamiento de agua. El problema ilustra cómo parte de las infraestructuras de Estados Unidos se han quedado obsoletas.

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