El anuncio de la retirada de Gerard Piqué pilló a la junta directiva, presidente, compañeros y técnicos del club en fuera de juego. No tanto por el fondo -hacía tiempo que se imaginaban desde diversos ámbitos que más pronto que tarde el central pediría una reunión para pactar su marcha- sino por la forma. El día, la hora y la manera cogió a todo el mundo desprevenido. De hecho, Piqué informó al club que en cinco minutos iba a subir el video de su despedida en Twitter mediante una llamada a un empleado de confianza.
Joan Laporta reaccionó rápidamente y en declaraciones al canal del club agradeció el gesto de Piqué, aseguró que se había hablado de esta posibilidad con el central hacía meses, (lo que es absolutamente cierto) pero no pudo concretar ni los términos económicos de la rescisión ni si habría un acto de despedida o rueda de prensa.
Se limitó a decir que “el acuerdo de desvinculación está todavía en proceso de concretarse, pero tengo que decir que hay una gran disposición de ayudar al club porque Gerard entiende la situación del club respecto del fair play financiero de LaLiga y hay una gran predisposición de ayudar al club” y que “estamos en la competición y haremos lo que Piqué quiera porque se tiene que sentir cómodo.
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