Por muy adorables que sean estos ‘besos’ caninos, lo cierto es que detrás se esconde un lado negativo que conviene tener en cuenta. Tal vez debas replantearte las muestras de afecto que recibes de tu perro.
Por La Vanguardia
Has de saber que la boca de un perro es un cúmulo de microorganismos, bacterias y gérmenes. Si bien muchas de ellas son inofensivas, otras son zoonóticas. Es decir, pueden contagiar enfermedades a los humanos.
El peligro aumenta en función de la zona en que recibas el lametón. Cerca de los ojos, la nariz o la boca son áreas especialmente sensibles a las infecciones. Del mismo modo, es peligroso tocarnos la cara inmediatamente después de que el perro nos chupe las manos.
Las enfermedades que puede transmitir un perro a un humano afectan sobre todo al estómago. Las más comunes son la salmonella –sobre todo si el can se alimenta a menudo de carne cruda–, la clostridium, la campylobacter, la Escherichia coli, la Pasteurella multocida –que provoca neumonía– y la toxocara, entre otras. Si además el can no está debidamente desparasitado, habría que sumar la parasitosis y la hidiatidosis a la lista.