Delta sacudió al mundo. Fue la variante más letal del COVID y dejó a la humanidad alarmada. A medida que las letras del alfabeto griego avanzaban por el planeta de la mano del SARS-CoV-2, la incertidumbre fue la regla de mediados de 2021. Cada una mutación parecía estar empecinada en arruinar la mesas navideñas de millones de personas.
Por infobae.com
Si bien había corrido un largo trecho desde diciembre de 2019, con el primer caso caracterizado a finales de ese año (aunque luego se sucedieron nuevos hallazgos de infecciones previas), las poblaciones ya no estaban sorprendidas, aunque sí atentas a las características de aquella última carta que supo mostrar este virus que hoy va camino a ser endemia.
Cuando finalmente llegó el primer caso de Ómicron, que para la Organización Mundial de la Salud (OMS) tuvo lugar el 9 de noviembre de 2021, los científicos y expertos advirtieron que sus más de 25 mutaciones la convertían en una suerte de nuevo virus. Que tan solo su presencia marcaría un antes y un después en esta historia que, actualmente, se encuentra cerca de cumplir tres años.
Pasaron casi 20 días hasta que demostró todo su poder. Y a medida que transcurrían estas jornadas, empezó a extenderse hasta convertirse en la única variante que domina el planeta. Solo dejó paso a sus “hijos”, los sublinajes. Cada uno de ellos, con un poder de transmisión superior al anterior. Y tal fue su capacidad que, incluso, los científicos comenzaron, nuevamente, una carrera por obtener una nueva vacuna, más efectiva ante el comportamiento de Ómicron.
Es que esta variante más “inofensiva”, pero mucho más contagiosa, hizo que los que no se habían contagiado de COVID-19 hasta el momento, pongan al menos en duda su presencia en una casa. Es más, quienes se consideraban inmunes por haber transitado la infección y estar vacunados, volvieron a caer en manos de Ómicron. Nuevamente, los contagios se sucedían dentro de cuatro paredes y quienes ya habían tenido el virus (ante una reinfección) no querían arruinar a los aún indemnes.
Diciembre fue el mes clave en la Argentina. El 5 de diciembre, el Ministerio de Salud informó el primer caso en el país. Las fiestas de fin de año estaban a la vuelta de la esquina. La distancia social, que en ese momento comenzaba a olvidarse, se volvió a instalar. El barbijo -junto a la terraza y el patio- fueron las medidas de prevención indispensables junto, claro, a las vacunas. Hoy, los refuerzos marcan el ritmo de los planes de vacunación y las dosis bivalentes son la nueva esperanza del mundo.
Infobae dialogó con el inmunólogo e investigador del CONICET Jorge Geffner; el doctor en física, investigador del Conicet y secretario de Planeamiento de la Universidad Nacional de Hurlingham, Jorge Aliaga; la investigadora en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (UBA) y el CONICET, Mirna Biglione; y el jefe de infectología del CEMIC y ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología, Pablo Bonvehí; sobre esta variante que (por el momento) se mantiene como predominante en el planeta.
9 de noviembre: el día que cambió a la pandemia
Cuando Delta era la variante a vencer por la ciencia, como si fuera un torbellino, Ómicron hizo su aparición. Es que el 9 de noviembre de 2021 se reportó el primer caso, aunque el primer aislamiento fue reportado 48 horas después, el 11 de noviembre, en Botswana. Su expansión fue meteórica: el 14 de noviembre apareció en Sudáfrica y de allí logró extenderse a toda la Tierra.
Ante su comportamiento, “el 26 de noviembre de 2021, sobre la base de la orientación proporcionada por el Grupo Asesor Técnico de la OMS sobre la evolución del virus, la OMS clasificó la variante B.1.1.529 como variante preocupante y le dio el nombre de ‘Ómicron’”, según se desprende de un comunicado de la OMS. Además resaltaron, esta mutación “es altamente divergente, dado que presenta entre 26 y 32 mutaciones en la proteína espicular, algunas de las cuales están asociadas con propiedades que les permiten eludir la respuesta humoral del sistema inmunitario o bien aumentar la transmisibilidad”.
Al 5 de diciembre 2021, según resaltó el Ministerio de Salud argentino al informar el primer caso local, ya se había identificado en países de África, Asia y Oceanía; además de 17 naciones de la Unión Europea, en más de 15 estados de Estados Unidos, Canadá y México. “Si bien fuera de Sudáfrica, la mayoría de los casos son relacionados a viajeros, en muchos países se esta comenzando a registrar transmisión comunitaria”, advertían. A principios de enero, ya predominaba en el territorio argentino. Luego, fueron sus “hijos” los que se pelearon por obtener el primer lugar. Hoy, no quedan dudas que circulan entre nosotros.
“Los virus tienen su evolución natural en la naturaleza según sus propias características y las del huésped. La intervención del ser humano hace que el curso pueda variar. Siempre se hizo hincapié en la importancia de que una gran parte de la población esté vacunada para evitar que surjan variantes de preocupación; y hemos podido ser testigos de un cambio en el curso de la pandemia a medida que aumentaba el porcentaje de personas con más refuerzos”, sostiene la investigadora Biglione
El inmunólogo Geffner, apunta: “Ómicron surge como una variante de preocupación, de acuerdo a la denominación de la Organización Mundial de la Salud, luego que antes surgiesen las variantes Alpha, Beta, Gamma y Delta”. Pero, ¿qué característica particular tiene Ómicron que pateó el tablero de la pandemia? “Una variante de preocupación se define básicamente cuando tiene tres propiedades o alguna de estas tres propiedades: mayor transmisibilidad, mayor capacidad de evadir la respuesta inmune o que el curso de la infección se asocia a una mayor gravedad”, agrega el experto.
Donde pasó Ómicron, surgieron brotes
“Si uno toma por fecha de inicio de síntomas y por fecha de fallecimiento, entre el 8 de noviembre del 2021 y el 31 de enero del 2022, es decir un poco menos de tres meses, hubo 3.300.000 casos registrados y 7.500 muertos. Y desde el 31 de enero del 2022 hasta el último reporte del fin de semana pasado, hubo 970.000 casos más y 5.700 muertos más”, dice Aliaga.
Según el experto, hay que tener en cuenta, no con la cantidad de muertos pero sí con la cantidad de contagios, “que en medio de la suba de Ómicron, es decir para fin de diciembre, los gobiernos junto al Consejo Federal de Salud (CoFeSa), decidieron dejar de testear casos sospechosos. Aunque uno podría quedar registrado, porque se testeó, los contactos estrechos ya no se testeaba más y tampoco se registraban. Aunque tuvieran síntomas compatibles con el COVID, ya no se los evaluaba y registraba”.
Lo que describe Aliaga son los primeros tres meses de Ómicron y después. Se trata, dice, de un piso. “Seguro que hubo muchísimos más casos porque, obviamente, esta variante era terriblemente contagiosa. Según la evidencia y lo que leí, es falso que esta variante era menos peligrosa, sino que llegó en un momento donde estábamos mayoritariamente vacunados”, agrega.
Bonvehí suma: “Lo que ha pasado con Ómicron es que fue la variante que mayor número de casos produjo, la que tuvo y tiene actualmente mayor duración en el tiempo a diferencia de otras variantes que fueron rápidamente reemplazadas. Proporcionalmente, es la que tiene menos mortalidad y que eso, seguramente, tiene mucho que ver con la vacunación”.
“En Argentina, estábamos muy vacunados, arriba del 95% en los mayores de 50, que son quienes tienen más probabilidades de tener una enfermedad complicada. Entonces, por eso no tuvo tanto impacto, digamos tantos fallecidos. Hubo enorme cantidad de casos, no tantos fallecidos”, agrega Aliaga.
Pero Ómicron fue excepcional en un punto: tiene al menos 30 mutaciones. “No una o dos como otras variantes, en una proteína crítica del virus, la proteína S, a partir de la cual el virus puede infectar a la célula. Este conjunto de mutaciones, primero, le otorgó a Ómicron una enorme transmisibilidad, es decir una enorme infectividad”, dice Geffner.
Esto quiere decir que cuando Ómicron debutó, a las dos o tres semanas, se hizo la variante predominante. “Esto lo logra en función de esa enorme transmisibilidad, pero esto va de la mano con una segunda característica importante, que es su capacidad de evadir la respuesta inmune, tanto conferida por vacunas como por la propia infección. Obviamente esa capacidad de evasión no es absoluta y por eso las vacunas brindan una enorme protección frente a la infección severa, aunque no tanto frente a la infección leve”, agrega el experto.
Una variante que no dio lugar a otras
Para Bonvehí la variante Ómicron no fue reemplazada porque, “al haber una gran parte de la población ya vacunada, eso hace que sea más difícil que el virus progrese y pueda generar cambios tan grandes como para generar otra variante distinta, sino que esos cambios son menores producto de la inmunidad de la población, seguramente, por las vacunas y los que se han infectado anteriormente”.
Geffner explica: “La verdad, el combo de mutaciones que tiene Ómicron en sus distintos linajes (BA.1, BA.2, BA.3, BA.4 y BA.5) y en los nuevos sublinajes que tienen nombres raros y que han sido recientemente caracterizados, le otorgan esa enorme transmisibilidad y evidentemente no debe ser fácil para el SARS-CoV-2 cotejar un conjunto de mutaciones que le otorgue aún mayor transmisibilidad. Creo que es por eso, básicamente, que hasta el momento Ómicron no fue reemplazada por otra, como sí ocurrió con las anteriores. Ómicron es enormemente transmisible y tiene ese costado adicional que le da la capacidad de evadir la respuesta inmune”.
Biglione sostiene que el virus sigue circulando y hay casos de personas que hacen neumonía o necesitan internación. “La mayoría con menos dosis de las que están indicadas. Si tenemos algún síntoma sabemos que debemos usar barbijo por el bien de todos. Y este aprendizaje es para todo tipo de ‘resfrío’. Espero que seamos una sociedad que da su lugar a los médicos y a la ciencia, quienes nos han protegido y enseñado el valor de estar unidos y dedicados a nuestra sociedad en momentos tan difíciles”, dice.
“La semana pasada publicamos un consenso de 386 profesionales de 112 países del mundo, cinco de los cuales somos argentinos, en la revista Nature. Ahí, entre las recomendaciones, advertimos que no se debe subestimar a la enfermedad y que no se debe pensar que esto es una gripe. No pensar que todo se soluciona solo con las vacunas, sino que tenemos que tener en cuenta que se contagia por el aire y tener especial atención sobre cómo se comunican las desigualdades sociales y tratar de de no minimizar el problema”, cuenta Aliaga.
La importancia de los refuerzos ante Ómicron
Este combo de características de Ómicron hace que sea muy importante completar los esquemas de vacunación. “La Argentina tiene un amplitud en el esquema de vacunación muy importante. Estaremos en el 85 u 86% de la población vacunada con dos dosis, y eso nos ubica en el primer nivel mundial. Sin embargo, en lo que es la aplicación de las dosis de refuerzo, hay millones de argentinos que no se las han aplicado; y eso no es porque sean antivacunas, porque se aplicaron las dos primeras, sino porque al ver que la pandemia impacta mucho menos que antes, en gran parte por las vacunas, tienen menos tendencia a ir al vacunatorio”, dice Geffner.
“Pero es muy importante darse la tercera dosis a partir de los cuatro meses de haberse dado la segunda, y la cuarta a cuatro meses de la tercera. Esto es realmente muy importante porque en este escenario, con estos refuerzos, es tremendamente improbable que alguien que contrae la infección curse una infección severa, porque el esquema completo (dosis uno y dos, más refuerzo) brindan frente a la infección severa una protección extraordinaria”, agrega el experto.
“La situación es distinta en los diferentes países o continentes, dependiendo del acceso a las vacunas y la elección individual. De todos modos, el número de casos severos y fallecimientos disminuyó significativamente. ¿Quiere decir que llegamos al fin? No, aún faltan respuestas a un gran número de preguntas, como: ¿cuántas dosis son necesarias?, ¿cada cuántos meses? ¿Es similar en todos los casos o pacientes? Algunos estudios siguen en marcha y podremos tener el conocimiento suficiente, pero hay que continuar apoyándonos en la ciencia, la medicina y la también en la conciencia que cada uno de nosotros hemos generado”, suma la investigadora Biglione.
“Lo que sigue ocurriendo con las variantes que aparecen es lo que llaman COVID prolongado, en que la enfermedad deja al cuerpo en un cierto estado del cual cuesta recuperarse. Es una enfermedad que, a pesar de que este año hemos tenido en febrero y ahora muchísimos casos de influenza, aún cuenta con internados. Incluso, hay más hospitalizados por el SARS-CoV-2 que por otras enfermedades respiratorias. Incluso pese a la vacunación y a que no hay tantos casos registrados”, agrega Aliaga.
Esta es una historia que aún no ha terminado, según concluye Bonvehí. “Pueden surgir nuevas variantes por recombinación de variantes anteriores. Por ejemplo entre Delta y Ómicron, y pueden hacer aparecer variantes nuevas, pero esto es menos probable que ocurra a mayor tasa de cobertura de vacunación. Hoy, a pesar de la baja circulación, seguimos viendo casos de COVID por Ómicron, porque el 100% de los contagios en nuestro país son por Ómicron, y seguimos viendo casos aislados, muchos menos que antes, de pacientes que se hospitalizan y, lamentablemente, de algunos que fallecen, sobre todo en los grupos de mayor riesgo”, dice el experto.
Mantener la vacunación, aplicar los refuerzos y completarlos, sobre todo en las poblaciones de mayor riesgo, es su recomendación. “Esas medidas son importantes porque no sabemos si este descenso transitorio que estamos viendo va a ser definitivo. Pueden haber brotes posteriores, por eso hay que observar, ser cautos y no pensar que está totalmente terminado. Uno de los caminos del virus es transformarse y permanecer circulando de forma permanente, provocando casos en personas de mayor riesgo e impulsando una vacunación, tal vez, anual en los grupos de riesgo”, cierra Bonvehí.