Xi Jinping ha urgido a modernizar y potenciar el ejército chino, pero la lista de desafíos geopolíticos que enfrenta el gigante asiático exceden las ambiciones del líder del régimen para cumplir los objetivos trazados, lo que podría reducir el riesgo de que se desencadene un conflicto, siempre que no haya errores de cálculo o crisis imprevisibiles.
Por Infobae
Así lo explican en Foreing Affairs Bonny Lin y Joel Wuthnow, académicos especializados en Asia y temas de defensa, quienes hicieron un repaso de los pasos que ha dado el presidente chino en la nueva dirección de Beijing para priorizar el desarrollo militar.
No solo Xi marcó las directrices en el 20º Congreso del Partido Comunista Chino de fines de octubre. Esta semana pidió a los militares del país a que estén “preparados para la guerra en todo momento”, en vista de la situación de seguridad “cada vez más inestable e incierta”. Lo dijo en una visita al centro de comando de operaciones conjuntas de la Comisión Militar Central (CMC), órgano que controla las fuerzas armadas chinas y que él preside.
Allí, solicitó que dediquen sus energías a desarrollar “capacidad de combate”, además de “mejorar su capacidad de librar una guerra y ganarla”.
“La fachada de un Xi seguro y robusto escondía una profunda ansiedad”, apuntaron los autores del artículo. “La insistencia de Xi en la fortaleza militar china fue en realidad una admisión de debilidad: China aún no puede derrotar a sus rivales, y Beijing lo sabe”.
La revisión de seguridad de Beijing muestra que hay más amenazas de las que puede contener. La mayoría procede de Estados Unidos y la más palpable es la situación de Taiwán, pero también son de importancia las disputas con varios de sus vecinos, así como las propias tensiones internas por las que somete a la población a un estricto control sociopolítico.
Menos aún, persiste la preocupación de una “guerra en cadena”, librada por un eventual conflicto en Taiwán que genere otras contingencias. “Beijing no confía en su capacidad para utilizar con éxito la fuerza a gran escala contra Taiwán y probablemente tiene aún menos confianza en que pueda gestionar simultáneamente una guerra con Taiwán y cualquier conflicto posterior en cadena”, apuntaron.
Las etapas que el régimen chino ha delineado para su modernización son tres: aumento de capacidades para 2027, la total modernización para 2035 y un estatus de clase mundial (a la par de EEUU) para 2049, en el centenario de la fundación de la República Popular China.
Pero Lin y Wuthnow señalaron que el lenguaje utilizado en el Congreso del Partido muestra que Beijing estará, antes de eso, más dispuesto a utilizar sus fuerzas armadas con fines políticos. Una muestra de ello fue el ejercicio militar sin precedentes que desplegó en Taiwán tras la visita de Nancy Pelosi a la isla. Beijing querrá mostrar su estatus de potencia para amedrentar a sus rivales regionales y mostrar sus disgustos.
Para afrontar la modernización, Xi expuso que dará prioridad a la seguridad por encima del desarrollo económico, entregando enormes recursos a los militares, lo que puede generar un descontento social en una población que demanda que el crecimiento se traduzca en bienestar. Pero si Xi quiere éxitos en del desarrollo de las Fuerzas Armadas, deberá asegurar su acceso a la tecnología avanzada y aumentar su autosuficiencia frente a posibles represalias de Washington, que lo obligarían a invertir aún más en el sector.
Lin y Wuthnow también apuntaron otra flaqueza el Ejército Popular de Liberación: su falta de experiencia en combate. El país no librado una guerra desde 1979 y carece de experiencias en operaciones conjuntas modernas. Por ello pone tanta importancia en los ejercicios militares. Pero Xi también intenta compensar el escenario con movimientos en las cúpulas castrenses.
Si bien la mayoría de los ascensos se explicaban bajo términos de fidelidad al presidente, Xi también valoró la experiencia militar. En la Comisión Militar Central fue ascendido Zhang Youxia, pese a su edad de retiro: es uno de los pocos generales del EPL que participaron en la guerra chino-vietnamita de 1979. Y fue doblemente ascendido He Weidong, quien dirigió el Mando del Teatro Oriental frente a Taiwán y fue comandante de la fuerza terrestre en el Mando del Teatro Occidental
Pero ello no sería suficiente para considerar que la Comisión Militar Central está preparada y actualizada. “Los altos mandos se enfrentarán a una empinada curva de aprendizaje si el EPL quiere participar en cualquier gran operación militar conjunta en la periferia de China”, advirtieron los autores.
De esta forma, considera que los nombramientos no auguran una guerra inminente o una invasión próxima a Taiwán. De todas formas, advierten que “China puede llegar a tener un exceso de confianza”. Si ven una ejecución bien coordinada en Taiwán, podrían considerar que el ejército está apto para otras crisis. Y puntualizaron: “Eso sería un error de apreciación de proporciones colosales y podría muy bien precipitar el conflicto para el que el EPL sigue sin estar preparado. Por ahora, Xi parece entender que China aún no está preparada para ser la potencia militar que desea. Pero esa cautela y moderación pueden no durar indefinidamente, sobre todo si los leales de los que se ha rodeado Xi -incluidos los militares- están más dispuestos a complacer a su líder que a informar honestamente de las deficiencias de China”.