El aporte de 30 millones de euros de la Unión Europea (UE) para contribuir con la seguridad alimentaria en Venezuela, es bien recibida por especialistas quienes reiteran que nuevamente se trata del reconocimiento internacional de las fallas de políticas para proteger a la población venezolana y especialmente a los grupos más golpeados como niños y adultos mayores.
Por Guiomar López | LA PRENSA DE LARA
El plan del organismo estima 210 millones de euros para ayudar a cubrir las crecientes necesidades de 15 países en riesgos de hambruna, encabezado por Afganistán, Etiopía y Nigeria. La realidad en Venezuela no es distinta según lo reflejan los recientes resultados de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Aunque hubo un leve descenso en los índices de pobreza, hay mayor desigualdad social y crisis educativa en el país. Ocho de cada 10 venezolanos no cuentan con los recursos para adquirir la canasta básica.
El estudio concluye que debido al bajo poder adquisitivo, aunque ha mejorado la oferta de productos, la gente no tienen poder de compra. El Banco Mundial (BM) en agosto de 2022 estimó en 155% la inflación anual en bienes relacionados con la alimentación, ubicando al país en el tercer lugar entre los de más inflación alimentaria, luego de Líbano y Zimbabue. La inseguridad alimentaria está signada en una población que carece de acceso regular a suficientes alimentos nutritivos y los datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) de octubre de 2022, reflejan un estimado de 8.199 niños menores de 5 años con desnutrición aguda.
María Ponce, investigadora de Encovi, considera que ese programa de ayuda de la UE es muy pertinente, porque la mayoría de la población sigue sin cumplir sus requerimientos en alimentación. Apoyo valioso a los más vulnerables que están a los extremos de la pirámide de la población, tales como niños con desnutrición y efectos en su desarrollo biológico y motor, que no son protegidos por el Plan de Alimentación Escolar (PAE) porque apenas se está reactivando. Además de adultos mayores, quienes solo cuentan con la pensión como ingreso y ni siquiera les alcanza para cubrir sus necesidades en salud.
“¿Qué estamos creando con las nuevas generaciones?”, es la pregunta que deja abierta el economista Edgar Urbáez, ante la pobreza imperante y las fallas en gerencia del gobierno nacional. “Es el futuro del país, que mira con preocupación y tristeza, sin políticas económicas y sociales que logren acoplarse a la protección y producción de bienes y servicios”, expresó. Y se lamenta de la distancia tan marcada por la desigualdad.
Destaca el reconocimiento internacional de las deficiencias en políticas económicas del país y su crisis, lo que limita todo a la lucha política, pero sin resolver los problemas esenciales que dejan al venezolano en el esfuerzo por resolver sus necesidades básicas.
Para José Ramón Quero, de la asociación Convite, “Venezuela es uno de los países más difíciles para envejecer” y así lo han comprobado en sus abordajes en comunidades rurales, con adultos mayores que padecen de anemia, porque no pueden consumir una dieta balanceada. También reclama la falta de protección de personas con enfermedades crónicas. sin controles médicos con su debida valoración, y poco acceso a los medicamentos.
La situación es preocupante para la población en general, pero tiene más peso en los niños y adultos mayores, quienes terminan siendo los más afectados por la inseguridad alimentaria.
Se pierde más allá de la talla
El freno en la talla y desarrollo cognitivo, la anemia y demás daños, son los males a los que están expuestos los niños y adultos mayores por la inseguridad alimentaria. Lo lamenta Huniades Urbina, pediatra y vice presidente de la Academia Nacional de Medicina.
Señala como causa la falta grasas, lípidos y proteínas de una dieta balanceada.
Al no consumir el componente cárnico, que es una proteína animal tan necesaria, se termina sustituyéndola por exceso de carbohidratos de aporte calórico, para calmar el hambre. Los niños no sólo pierden talla, sino que terminan con cuadros de anemia, tal como los adultos mayores.
“Hace falta la cantidad de nutrientes de los tres componentes”, recuerda y más aún, durante los primeros cinco años de la infancia, cuando se establece el desarrollo de los niños.