El mundo que viene, que ya está aquí por Ángel Lombardi

El mundo que viene, que ya está aquí por Ángel Lombardi

Una nueva guerra fría de larga duración, entre Estados Unidos y China, y una tercera potencia nuclear disminuida, Rusia. En este escenario global inter-imperial de agresiva competencia, el principal problema va a ser evitar el holocausto nuclear. 

La globalización tecnológica y financiera, y los mercados globales van a seguir existiendo en paralelo a un resurgimiento del nacionalismo, a pesar de la mengua histórica del Estado-Nación.

Cambio climático y todas sus implicaciones y derivaciones van a dominar de manera creciente la agenda internacional, por la simple razón que nos afecta a todos en el planeta. En particular, la transición a energías no fósiles. La economía, como siempre, en sus ciclos recurrentes, va a crear mucho ruido y dolor, en particular como en la actual coyuntura de amenaza cierta de recesión e inflación en casi todos los países. 





Llegamos a 8 mil millones de habitantes, la mayoría en Asia, pero el continente de mayor crecimiento poblacional es África, próximo a duplicar su población, mientras en el resto de los continentes la tendencia es a un crecimiento moderado, incluidos nosotros en América Latina; y en Europa a retroceder en población. 

Somos 8 mil millones y el apocalipsis no se dio. Los catastrofistas o profesionales del Juicio Final vuelven a fallar en sus pronósticos. Si algo ha demostrado la humanidad es su creatividad frente a las crisis, particularmente en las sociedades abiertas y de libertad. 

Las crisis, históricamente, son desafíos. Lo que Arnold Toynbee llamó la teoría “reto-respuesta” para explicar el surgimiento de las grandes civilizaciones. 

El mundo siempre está en evolución y conflicto, y la primera impresión es un gran desorden general, “caos-landia”; pero en una perspectiva histórica y geopolítica vemos cómo, en el mediano-largo plazo, todo o casi todo tiene sentido y responde a un orden de intereses bastante racionales y objetivos. 

En el análisis del corto plazo es cuando nos hundimos en la subjetividad de nuestras creencias, prejuicios, emociones y pasiones. Y la causa principal es nuestro presentismo de memoria corta, o inexistente, que conlleva la inexistencia de una consciencia histórica, individual y colectiva. 

Solo el conocimiento del pasado permite avizorar el futuro. Y el futuro no es un problema de brujos y adivinos, sino de visión y proyección racional desde el presente real y objetivo. 

En América Latina, quizás también en muchos otros países, el principal problema es nuestro anacronismo como sociedad y, por ende, como Estado y gobierno. El futuro, para nosotros, tiende a estar guiado por el retrovisor: un buen ejemplo es la problemática de nuestros indígenas, se les mantiene en la marginalidad y miseria mientras se les exalta en el siglo XVI. 

Igual sucede con los pobres y la pobreza, se les promete de todo mientras arruinamos la economía y los volvemos más pobres. Ni han leído a Marx, el socialismo prometido en la teoría marxista es posterior al período capitalista próspero y de acumulación de capital. 

Después de dos siglos, si hay una lección demostrada es que la economía de libre mercado es la que mueve y hace crecer la economía, paso previo necesario para empezar a resolver los problemas estructurales de la pobreza en nuestras sociedades. 

A mí me gusta hablar más de economía social de mercado, para remarcar el sentido de servicio y solidaridad que debe tener la economía. 

El mundo sigue, la vida y la historia no se detienen y pretender reducirlas a ideologías y doctrinas particulares no es más que una expresión de nuestra minoridad.