El campamento venezolano ha desaparecido y con ellos se fueron las visitas de juarenses y religiosos que ofrecían comida, ropa y cobijas a los migrantes que ahí estuvieron poco más de un mes.
Ahora los venezolanos, andan caminando por la franja fronteriza, pidiendo dinero, cobijas o algún alimento, pues nuevamente se han quedado sin dinero, abrigo y sin nada.
Una familia, integrada por tres menores, que estaba en una tienda de campaña, platicó que el domingo accedió a irse a un albergue, sin embargo, al llegar y conocer el lugar y leer el reglamento, decidieron quedarse en la calle y volvieron al área del bordo fronterizo.
La noche del domingo, una persona les regaló una casa de acampar y una vecina de la zona los dejó dormir en el patio de su casa, pero aun así pasaron frío.
“Nos toca esperar a ver que dicen para el 21 de diciembre, ayer (domingo) entré al albergue, pero eso es como un penal, además está lejos, leí el reglamento, primero nos quitan el teléfono, no se puede salir, para poder estar ahí hay que estar lavando baños y limpiando todo, nos dijeron que, si no nos gustaba, nos saliéramos mejor”, dijo afligida la madre de familia.
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