Los cementerios del estado Lara parece que fueron sacados de una escena de una película de ultratumba al mostrar un espeluznante escenario de profanación de panteones y abandono de todos los espacios.
Por: Yanitza Martínez / Corresponsalía La Patilla
En Barquisimeto, el Cementerio Nuevo ha sido objeto de violación de tumbas por parte de personas que se dedican a la santería. Así lo mencionó Asdrúbal Cabrales, quien con frecuencia acude al lugar a visitar a sus familiares difuntos.
Asegura Cabrales que la práctica de estas actividades se llevan a cabo en horas de la noche para evitar ser vistos por los visitantes.
Los cementerios larenses presentan un descuido de años y es que la falta de vigilancia y personal de mantenimiento han dado cancha abierta al hampa para que se lleven todo sin respetar la memoria de quienes reposan en los camposantos.
Muchas son las escenas que se pueden apreciar en los cementerios de esta región. Prostitución, consumo de drogas y delincuencia es parte de lo que albergan estos lugares.
Es necesario mencionar que no solo los santeros profanan las tumbas, sino que “los amigos de lo ajeno”, sin ningún temor, se encargan de abrir panteones en búsqueda de objetos de valor dentro de los féretros.
Por otro lado, señaló Jorge Liscano que los delincuentes, además de buscar objetos de valor dentro de las urnas, se roban las lápidas de mármol, granito, así como las rejas, techos y tubos de aquellos panteones que están cercados. “Aquí no hay respeto, no hay pudor”, denunció.
Monte y culebra por doquier
En Barquisimeto existen dos cementerios públicos: Bella Vista, ubicado en la calle 42, cercano al terminal de pasajeros, que guarda un importante valor histórico. El otro es el Cementerio Nuevo, y ambos muestran una clara radiografía de la falta de atención gubernamental.
Los deudos que guardan como tradición visitar a sus familiares deben hacer las veces de jardineros, y con escardilla y machetes en mano, hacen el trabajo de desmalezamiento, al menos en las parcelas donde están ubicados sus panteones.
Esta situación ha propiciado que ya las personas no acudan a los cementerios por temor a ser asaltados, mordidos por una culebra o caer en alguna fosa abierta.