Entre los colores amarillo, blanco y azul y una banda sonora que invita a la calma, los venezolanos entraron al “sueño inmersivo” del pintor neerlandés Vicent Van Gogh, referente del posimpresionismo, con más de 200 obras que “cobran vida”, entre las que resaltan Los Girasoles, La Habitación y La Noche Estrellada.
Tras un recorrido por diversos países de Europa y América, la exposición “El Sueño Inmersivo de Van Gogh” se instaló en una gran carpa en el helipuerto de un hotel de Caracas, donde los visitantes pudieron disfrutar del arte, en simulación de movimiento, del pintor, quien obtuvo mayor reconocimiento tras su muerte.
En poco más de 45 minutos, la exhibición se pasea por más de 200 obras en unas pantallas de unos tres pisos de alto que permiten al espectador sentirse parte, o dentro de las pinturas, al encontrarse de un momento a otro en el mar, entre enormes lirios o en La Noche Estrellada.
La luz de la sala que se mueve, entre los que destacan el amarillo, el blanco, el azul y el verde, invita a los visitantes a captarlo con sus cámaras fotográficas, para adentrarse aún más en una experiencia llena de contrastes.
Incluso, algunos se atreven a imitar pasos de baile como un guiño al “sueño” del pintor.
Antes de la zona inmersiva hay paneles pedagógicos que describen las obras más importantes del artista, así como una sala con un holograma donde Van Gohg, con pincel en mano, relata los tropiezos y problemas de salud mental que enfrentó durante su vida, que también le inspiraron a plasmar sus sentimientos en las pinturas.
También hay una sala, con una pantalla más pequeña, donde los visitantes pueden experimentar el pigmento de “amarillo cromo” que usó Van Gogh en su obra Los Girasoles.
Pese a una corta carrera y vida, Van Gogh (1853-1890) inmortalizó en sus coloridos lienzos el sinfín de tropiezos y desilusiones que marcaron su trayectoria, que, aunque tardíamente, lo convertirían en uno de los principales referentes del posimpresionismo en el mundo.
EFE