Venezuela, el peor país para envejecer

Las personas se alinean para retirar una parte de sus pensiones fuera de una sucursal bancaria en Caracas, Venezuela. REUTERS / Marco Bello

 

 

 





En los últimos años, los adultos mayores en Venezuela han sido condenados a sobrevivir en la miseria, debido a la emergencia humanitaria compleja que aún persiste en el país, pero también por la ausencia de políticas de protección por parte del chavismo.

Yanitza Martínez // Corresponsalía La Patilla

La Organización no Gubernamental Convite, en varios estudios refleja que el 84% de los adultos mayores en Venezuela sufren intensamente la crisis que arropa a todos los venezolanos, y esto se ve reflejado en el padecimiento de enfermedades crónicas, cuyos tratamientos no pueden ser costeados por la falta de recursos económicos, eso sin contar la precariedad alimentaria que padecen muchos abuelitos.

En cualquier país del mundo, una persona que haya trabajado y cotizado un seguro social, al obtener la jubilación, puede vivir tranquilamente de la pensión que le paga el Estado, cubriendo todas sus necesidades básicas.

En Venezuela, eso es una quimera. La realidad es que con apenas 7 dólares al mes que reciben por concepto de pensión, los jubilados no pueden siquiera cubrir su alimentación de una semana, y mucho menos comprar medicinas. Por ejemplo, un antihipertensivo puede llegar a superar los 5 dólares.

Convite señala que 7 de cada 10 adultos mayores en Venezuela, dependen de un tercero para vivir y esto se debe, entre otros factores, a la pérdida progresiva del poder adquisitivo.

Muchos de quienes mantienen a esos adultos mayores, son sus hijos o cualquier otro familiar que han emigrado, y si la suerte los acompaña, pueden medianamente costear algunas necesidades de aquellos que han quedado a la deriva en Venezuela.

Al respecto, Luis Francisco Cabezas, director general de Convite, mencionó que esta porción de la población ha perdido el poder adquisitivo de la pensión como principal ingreso, razón por la cual acuden a terceros, no solo familiares que se encuentran fuera del país, sino allegados como vecinos, amigos, conocidos u organizaciones y fundaciones dedicadas a prestar atención a estas personas en estado de vulnerabilidad.

Convite brinda atención a esta parte de la población en Caracas, Barquisimeto, Maracaibo, Ciudad Bolívar, Mérida, Puerto la Cruz, Puerto Ordaz y Valera con programas de acción humanitaria.

Esta ONG en diversos estudios efectuados ha hallado que el 91% de los adultos mayores manifiestan que es muy costoso vivir en Venezuela, mientras que el 58% no tienen acceso a controles médicos periódicos.

Decidir entre comer, comprar medicinas o pagar servicios

Pensionados
Las personas mayores esperan el pago mensual de su pensión fuera de un banco en Caracas. (Foto por RONALDO SCHEMIDT / AFP)

 

 

 

 

 

Vivir de la pensión del Seguro Social en Venezuela se ha convertido en todo un acto de supervivencia, y es que según encuestas que lleva a cabo Convite, el 46% de los adultos mayores deben decidir entre comprar medicamentos, adquirir alimentos o pagar los servicios públicos.

El testimonio de la señora Eloísa Lameda evidencia esta terrible realidad. Ella padece de artritis reumatoide y para soportar los intensos dolores, tiene dinero solo para comprar diclofenac potásico, y se le dificulta seguir el tratamiento indicado por el médico especialista.

“Mi hijo está en Perú, pero lo poco que nos manda a mi esposo y a mí, lo gastamos en la alimentación”, precisa Eloísa. Agrega que en ese país suramericano cada día se vuelve más compleja la situación para los venezolanos, por lo que las remesas han ido mermando con el paso de los meses.

El hambre gana terreno

La ingesta de alimentos en los adultos mayores en Venezuela ha disminuido considerablemente: 2 de cada 10 adultos mayores presenta desnutrición crónica.

Francelia Ruiz, quien también labora en Convite, señala que sus consultas reflejan que el 28% de los adultos mayores apenas logran hacer dos comidas al día y otros deben reducir las porciones. Solo una minoría de abuelitos tienen la posibilidad de consumir proteína animal, al menos, tres veces por semana.

La soledad aumenta la fragilidad

REUTERS / Marco Bello

 

 

 

 

 

Expertos señalan que Venezuela es el peor país para envejecer, principalmente por la situación económica y por la soledad que ha dejado el éxodo de millones de venezolanos, a quienes les ha tocado dejar a sus padres solos.

Aunque con la migración forzada se pueden resolver parte de los problemas económicos, hay otro aspecto desgarrador en la vida de los adultos mayores: quedan literalmente abandonados. Es muy común conocer casos donde familias enteras se han desintegrado por la emigración.
“Nos arrebataron todo, nos separaron de nuestros hijos”, narró entre lágrimas Beatriz Durán, quien vive con su esposo, un paciente oncológico, que aunque tiene controlada la enfermedad, amerita de un tratamiento costoso que a veces es cubierto cuando en algunas de las sedes del Seguro Social llega uno que otro fármaco; de lo contrario, sus hijos deben resolver como pueden para costearlo.

Esta pareja de adultos mayores quedó sola en el estado Lara desde hace más de 5 años y les ha tocado transitar un calamitoso camino para sustentarse. Quizás lo más difícil es la parte emocional, pues no solo se trata de lo material, según Beatriz.

Detalla que varios integrantes de su familia han fallecido en los últimos años, por lo que cada día son menos los miembros residenciados en el país. Beatriz no ve el día en que pueda abrazar otra vez a sus hijos y nietos, quienes son parte de las estadísticas de venezolanos emigrantes.

La muerte acecha

Revertir los daños que ha dejado la separación en la población adulto mayor venezolana no será tarea fácil, y es que a partir de la soledad y la indefensión se han derivado un gran número de muertes.

En datos arrojados por el informe de victimización de personas mayores realizado por Convite, 102 muertes violentas se registraron nada más en el primer semestre del 2021: 23.5% fallecidos por accidentes domésticos; 19.6% por armas blancas; 4.9% por armas de fuego; 13.7% por golpizas;12.7% por arrollamientos; 6.9% por suicidios; 5.9% por falta de atención; 3.9% por asfixia mecánica; 2% por torturas.

Este mismo informe correspondiente al primer semestre del 2022, documentó un importante incremento de suicidio de adultos mayores, una dramática situación que guarda relación con la ausencia de familiares que debieron emigrar a otros países.

Se conoció que cerca del 13% de los adultos mayores que fueron parte de la muestra para estos estudios, viven solos, lo que los vuelve más apetecibles para la delincuencia, que se vale de la soledad de estas personas para robar, secuestrar y hasta asesinar.

Políticas públicas fracasadas

Las personas se alinean para retirar una parte de sus pensiones fuera de una sucursal bancaria en Caracas, Venezuela. REUTERS / Marco Bello

 

 

 

 

La ausencia de políticas públicas para el beneficio de los adultos mayores ha marcado en los últimos años la gestión del régimen chavista en Venezuela, que con bonos pírricos ha pretendido sostener a esta importante porción de la población, acentuando la emergencia humanitaria compleja debido a la ausencia de medicinas y las condiciones en las que se encuentran los hospitales en el país.

Una de esas políticas, consideradas como fracasadas es la Misión Amor Mayor, un programa social creado durante la administración del expresidente Hugo Chávez Frías y que recién arribó al aniversario número 11 de su creación.

Su finalidad fue “fomentar la inclusión” de adultos mayores que trabajaron de manera independiente y que no contribuyeron al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS).

Pero esa inclusión está muy lejos de la realidad. Cerca de 5 millones de adultos mayores hoy tratan de sobrevivir con apenas 130 bolívares mensuales y con los pírricos bonos que otorga el chavismo a través del carnet de la patria. Se trata de “pañitos tibios” que no resuelven el problema de fondo de los ancianos venezolanos.