Desde entonces ha habido una serie de olas migratorias generadas por acontecimientos sísmicos como el Paro Cívico Nacional (diciembre 2002-febrero 2003), que ocurre como respuesta a la expulsión, por parte de Chávez, de los trabajadores petroleros, la persecución emprendida por el gobierno contra los empresarios con amenazas de cárcel, las expropiaciones, la avalancha de secuestros, y en forma contundente, con la estrepitosa caída de la economía en el 2017, cuando se instaló la gran hambruna que provocó la salida masiva del país de venezolanos de todos los estratos sociales.
Desde entonces han emigrado más de 7,1 millones de habitantes, la quinta parte de la población. Unos 2,5 millones a Colombia; 1,49 millones a Perú; 545 mil a Estados Unidos; 502 mil a Ecuador; 438 mil a España; 440 mil a Chile; 365 mil a Brasil; 171 mil a Argentina; 145 mil a Panamá; 115 mil a Republica Dominicana, entre otros.
El común de los venezolanos considera esta circunstancia como un hecho sin precedentes. Sin embargo, si uno hurga en la historia se encuentra con una situación muy similar y no estamos seguros, si de igual magnitud, en la huida de los venezolanos a raíz de la guerra de la independencia. Este acontecimiento fue estudiado por el médico e investigador Marco Tulio Mérida Fuentes en su trabajo Emigración de Venezolanos a Puerto Rico (1810-1830) tesis de doctorado UCAB, 2005.
Cuba y Puerto Rico, bastiones de España en América, fueron los destinos principales de los emigrantes venezolanos durante esta guerra. Comenzó con la Declaración de independencia en 1810 que provocó el enfrentamiento armado entre provincias y el inicio de la inestabilidad ciudadana. A partir de 1812, cuando Domingo Monteverde termina con la Primera República, “se produjo una emigración masiva de habitantes de las provincias desde los puertos venezolanos de La Guaira, Puerto Cabello y Cumaná. La emigración estuvo conformada por adeptos a la Corona española, y habitantes, incluso familias enteras, que teniendo amigos y parientes se marcharon para sobrevivir a la guerra”. No obstante, el auge migratorio continuó entre 1813 y 1816 cuando “contingentes de venezolanos, abandonaron sus casas, haciendas e incluso sus pertenencias familiares y marcharon fuera de la provincia”, después del Decreto de Guerra a Muerte firmado por Bolívar en 1813 y la entrada a Caracas de Boves en 1814.
Los emigrados a Puerto Rico, por ejemplo, se establecieron en las poblaciones de San Juan Bautista, La Aguadilla, Ponce y Mayagüez. Los que tenían moderados recursos económicos, provenientes de Venezuela “se dedicaron a sus profesiones como hacendados, agricultores, pulperos y tenderos”. Los emigrados con posibilidades y con sumas de dinero que trasladaron a Puerto Rico “se dedicaron, como era natural, a la compra de terrenos en los valles y montañas de Puerto Rico para establecerse en las plantaciones reproduciendo el sistema de producción esclavista”.
“La situación de muchos emigrados se vio caracterizada por la falta de recursos e incluso, por la evidente manifestación de indigencia y pobreza. El 22 de noviembre se dictó una Real Cédula para el socorro de los venezolanos. La imposición tributaria sobre productos se conoció como Fondo del Cacao. Así el 14 de marzo de 1814 se hace pública la disposición de socorrer a los refugiados de Venezuela”.
Una vez superada la guerra, el gobierno de José Antonio Páez en 1831 hizo un Decreto para incentivar la vuelta de los venezolanos que se habían ido al exterior, particularmente a los Canarios. La medida contemplaba cubrir los gastos de traslado, carta de naturalización, exención del servicio de las armas, exención de impuestos por diez años, y título de propiedad de tierras a cultivar. Se dirigía especialmente a los canarios porque ellos siempre constituyeron la primera fuente de inmigrantes a Venezuela, siendo así hasta entrada la época petrolera.
En el momento actual con la violenta desvaloración del bolívar cuyo valor pasó de 5,40 bolívares por dólar en junio de 2022 a 17,48 bolívares por dólar al final de diciembre, se vuelven a dar condiciones que incentivan a la población a tomar el camino para el exterior, esta vez potenciado por las políticas migratorias favorables hacia los venezolanos por parte de España y los Estados Unidos. En el caso de España priva la necesidad de repoblar el país, y en consecuencia, el gobierno ha aprobado una legislación llamada de la Memoria Histórica, con la cual facilita la llegada a hijos y nietos de españoles que residieron en el exterior. Al mismo tiempo, Estados Unidos, urgido de trabajadores calificados y no calificados para llenar vacantes de trabajo, unido al hecho político que genera la presión migratoria de los venezolanos en la frontera de Texas, autorizó una vía más expedita para que 24.000 venezolanos, con familiares residentes en el país, puedan pedirlos, de este modo viajarían teniendo ya asegurado un permiso de trabajo y acceso a la seguridad social de forma inmediata. Venezuela en el 2023 continuará perdiendo su principal y más importante recurso, para ventaja de otros países, su población.
https://gerardolucas.wordpress.com/