Los soldados de la 101ª División Aerotransportada del Ejército de Estados Unidos entrenan, comen y duermen en un monótono y extenso puesto del sureste de Rumanía, a solo siete minutos de vuelo en cohete del lugar donde Rusia ha almacenado municiones en Crimea.
Más al norte, en ejercicios militares con tropas rumanas a pocos kilómetros de la frontera ucraniana, soldados estadounidenses, también de la 101ª división, disparan artillería, lanzan asaltos en helicóptero y cavan trincheras similares a las del frente en la región cercana a Kherson, la ciudad portuaria ucraniana de la que se retiraron las tropas rusas en noviembre.
Es la primera vez que la 101ª División Aerotransportada se despliega en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, y con su presencia en Rumanía, miembro de la OTAN, sus soldados están ahora más cerca de la guerra en Ucrania que cualquier otra unidad del Ejército estadounidense.
Su misión se considera un modelo para las fuerzas armadas estadounidenses, que acaban de dejar atrás dos décadas de guerras activas y han entrado en una era de disuasión de los adversarios, mediante demostraciones de fuerza, adiestramiento, envíos de armas y otras ayudas.
“Este es un conflicto regional, pero tiene implicaciones globales”, declaró el General James C. McConville, jefe del Estado Mayor del Ejército de Estados Unidos, en una entrevista a mediados de diciembre en la base aérea, que comparte pista con un aeropuerto comercial adyacente que lleva el nombre del ex primer ministro rumano Mihail Kogalniceanu, cerca del Mar Negro.
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