El palacio parecía un espejismo de sí mismo.
Por BBC
El agua del canal brillaba bajo el sol, atrayendo mi mirada hacia ella.
El opulento edificio dominaba el paisaje, y el paisaje parecía hecho para él.
Me subí a mi bicicleta. Haces de luz estroboscópica atravesaban las estrechas grietas entre los árboles y mis neumáticos aplastaron la grava.
Mientras pedaleaba por un camino oculto, las hojas carmesí de los árboles cubrían mi cabeza y los campos abiertos se extendían en la distancia.
No había nadie a la vista. Pero a poca distancia, dentro de los opulentos salones de baile del Palacio de Versalles, miles de personas pululaban.
Estaba en el Parque de Versalles, el patio de recreo de 800 hectáreas para los reyes, reinas y líderes políticos que conformaron la clase dominante de Francia hasta fines del siglo XVIII.
Versalles fue el centro del poder y la encarnación material de la monarquía absoluta que reinó en Francia hasta la Revolución de 1788-1799.
El palacio fue testigo de matrimonios estratégicos y visitas de Estado.
Pero toda la propiedad se construyó realmente por otras razones: el ocio, con el amplio parque y los cuidados jardines más pequeños utilizados para el placer y el libertinaje.
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