La naturaleza dictatorial del régimen madurista debe dar lugar a tener premisas muy bien definidas, a la hora de asumir una estrategia para insistir en librarnos de tamaña satrapía. Deberíamos estar ya suficientemente prevenidos, por las experiencias escarmentadas en cabeza propia, que, si fallamos en la caracterización correcta del tipo de régimen que padecemos en Venezuela, difícilmente acertaremos en la aplicación de mecanismos y acciones que se articulan con la pretendida y frustrada esperanza de cantar victoria.
Deberíamos tener mas que claro que, por ejemplo, con esa tiranía los diálogos terminan siendo “potes de humo” con los que el régimen busca ocultar su intención de perpetuarse en la usurpación de los poderes públicos del país. Resulta una falla recurrente esa inocentada, ya de por si injustificada, a estas alturas del proceso dictatorial, que sigamos dándole escenarios internacionales a unos mafiosos que se burlan descaradamente de los promotores de esos encuentros con fines pacifistas, que mas bien insuflan las llamaradas de violencia conque continúa quemando la dictadura venezolana, la buena fe de quienes reinciden en el candoroso sueño de una solución, casi que mágica, que emerja de esos encuentros manipulados por el siquiatra del mal, Jorge Rodríguez, quien desató todo su histerismo el pasado martes para insultar, como siempre lo hace, a sus interlocutores en esas mesas de conversaciones.
Otra gran mentira es esa campaña basada en falsos supuestos de que “Venezuela se arregló”. Lo insólito es que haya gente desprevenida, en algunos casos, y predispuesta a repetir esos estribillos en otros, a sabiendas de que no son mas que falsedades, ya que tal recuperación económica no tiene fundamentos en la vida real de un país en donde mas bien el 90% de la población padece de cualquier necesidad, llámese salarial, de servicios de cualquier tipo, de seguridad personal o jurídica, y en donde además los principios de libertad de expresión, de propiedad privada y los innegociables derechos humanos, brillan por su ausencia.
También es una mentira del tamaño de una catedral eso de que “la crisis de la gasolina o la falta de agua potable o de gas domestico, así como las fallas continuas del servicio eléctrico, ¡sean culpa de los bloqueos del imperio yanqui”! Pareciera que se hace mas que necesario repetir hasta el cansancio que el desmantelamiento de PDVSA comenzó cuando Chávez la convirtió en una empresa “roja, rojita”, dejando de lado la meritocracia que la distinguía, al mismo tiempo en echaba a la calle a mas de 20 mil trabajadores de la industria petrolera nacional.
En medio de ese desastre que deja al descubierto a un régimen que “no tiene hueso sano”, lo que sobresale es la maquina recicladora de funcionarios fracasados que se pasean de un ministerio a otro, o de una empresa del estado a otra, o de un consulado a una embajada, dejando atrás una estela de irregularidades y frustraciones que son premiados “solo en revolución”. ¡Por eso es que el país está como está! Porque la verdad es que lo que cuenta es la solidaridad automática, y no, la relevancia de los mas capacitados o exitosos servidores públicos.