Con edificios derrumbados, habitantes atrapados entre sus escombros y casas abandonadas, el terremoto ha unido el destino de la ciudad costera de Jableh, antaño tranquila, con el de las otras ciudades de Siria, devastadas por 12 años de guerra.
Esta bastión del régimen en la provincia de Latakia (noroeste) se ha mantenido relativamente al margen de los combates, pero la violencia del sismo del lunes la ha dejado irreconocible.
“Es la primera catástrofe de este tipo en Jableh. Tengo 52 años y nunca he visto nada así”, explica Abdelhadi al Ajji.
Según este padre de cuatro hijos, cuya casa en hormigón toda llena de fisuras está junto a un edificio hecho trizas, la ciudad siempre ha sido como un refugio, incluso en los peores momentos de la guerra civil, que empezó en 2011.
Cuando los rebeldes ganaron terreno en Damasco y el norte, Jableh envió hombres a luchar junto a las fuerzas gubernamentales, pero en la localidad no se produjeron enfrentamientos.
“Incluso mi madre, de 80 años, me ha dicho que jamás había ocurrido aquí una cosa así”, cuenta Abdelhadi, carpintero de profesión.
El terremoto que sacudió el lunes Siria y Turquía causó más de 24.000 muertos, de los cuales más de 3.500 en territorio sirio, sobre todo en el norte del país.
En la provincia de Latakia, en la costa mediterránea, al menos 623 fallecieron, según las autoridades locales, un balance que no deja de aumentar.
– “Con una excavadora” –
En los barrios residenciales de Jableh, de aspecto vetusto desde hace décadas, no se ven impactos de balas ni cráteres de obuses, como sí sucede en la mayoría de ciudades sirias.
Pero más de medio centenar de edificios de la ciudad y sus alrededores se desplomaron, y otra cincuentena podría correr la misma suerte, advierte Alaa Mubarak, responsable de la Defensa Civil de Jableh.
Entre 4.000 y 5.000 personas han tenido que refugiarse en mezquitas, hospitales y en el estadio de la ciudad, agrega.
El viernes, un equipo de socorristas emiratí trabajaba entre los escombros de un edificio partido en dos, en el que murieron al menos 15 personas.
Imad el Dau se salvó por poco, junto a su mujer y sus dos hijos.
“Tuvieron que evacuarme con la ayuda de una excavadora”, explica este vendedor de 42 años.
La provincia de Latakia, de donde es oriundo el presidente Bashar al Asad, y la provincia vecina de Tartús, ambas leales al régimen, son las menos afectadas por el conflicto.
La región es como una reserva de fuerzas para las tropas del gobierno sirio, y su aliado, Rusia, está bien implantado.
La base aérea rusa de Hmeimim se sitúa a 5 km de Jableh y la base naval de Tartús a unos 60 km al sur.
– “No puedo dormir” –
La guerra en Siria, desencadena por la represión brutal de las protestas antigubernamentales, ha causado más de medio millón de muertos y millones de desplazados.
La mayoría de las regiones cuentan con miles de desplazados debido a los combates. Pero en Jableh ha sido el mortífero temblor el que ha obligado a la población a huir.
En el barrio de Al Fayed, decenas de personas evacuadas se hacinan en una mezquita, a la espera de saber si sus casas son lo bastante seguras para poder regresar.
Desde hace cinco días, viven en el desamparo y la angustia.
“Instalaré una tienda de campaña en la calle” si no puedo volver a casa, dice Fatima Hammoud, que abandonó su vivienda el lunes, junto a su marido y sus tres hijos, ante el temor de que el techo se les cayera encima.
“No puedo dormir. Cada vez que siento un pequeño movimiento, me acuerdo de todas las sacudidas”, se lamenta.
AFP