Si piensas que tienes problemas para saber cuándo alguien está interesado en ti, agradece no ser una jirafa. Al igual que muchos animales con pezuñas como las cabras y los antílopes, las jirafas macho necesitan analizar la orina de una jirafa hembra para determinar si son fértiles. Sin embargo, su altura hace que la ‘romántica’ operación no sea tan fácil para ellas. Es por ello que los machos deben convencer a las hembras de que orinen primero y recojan el líquido de desecho a mitad de la micción, justo en el momento que se produce.
Por abc.es
Los secretos de la vida sexual de las jirafas han sido descritos por la pareja de científicos veterinarios de UC Davis, Lynette Hart y Benjamin Hart, en un nuevo estudio basado en la observación y publicado en la revista ‘Animals‘. «No corren el riesgo de llegar hasta el suelo debido al desarrollo extremo de su cabeza y cuello», explica Lynette Hart. Es por ello que observaron a un grupo de jirafas reunidas en los pozos de agua de Namutoni, en el Parque Nacional Etosha en Namibia, para ver cómo compensaban la altura.
«Tienen que obligar a la hembra, algo así como decir ‘Por favor, orina ahora’», explica Hart. «Y a menudo lo hará. El macho tiene que recibir cooperación de la hembra; si no, sabrá que no hay futuro entre los dos». Para hacer esto, el macho acaricia o golpea la grupa de la hembra, que tiene un tamaño un poco más pequeño. En algunos casos, simplemente se queda esperando cerca. Algunas hembras en celo esperarán hasta que un macho esté cerca de orinar.
Una vez la hembra orina frente al macho, este sorberá un poco de orina que pasará a través de una abertura especializada en su paladar hacia lo que se conoce como el órgano vomeronasal (u órgano de Jacobson). Aquí evaluará las feromonas para determinar si la hembra está receptiva.
Entierros y osteofagia
Aunque se pensaba que las jirafas son unos animales silenciosos, los investigadores también escucharon ejemplos de gruñidos de advertencia de jirafas, e incluso sonidos de toses, silbidos e incluso tarareos por la noche. Y ahí no se terminaron los extraños comportamientos: los Hart observaron una especie de procesión delante de un cadáver de uno de sus compañeros. Aunque pueda parecer un ritual de luto, los autores señalan que es importante no atribuir rasgos humanos a los animales, y que probablemente estuvieran buscando huesos para roer.
Aunque pueda parecer extraño, muchos herbívoros comen huesos de animales (una práctica llamada osteofagia) presuntamente para aumentar su ingesta de calcio. En concreto, este grupo de jirafas ingería estas partes a diario, lo que llamó la atención de la pareja de científicos. Tanto es así que algunas veces acabaron con los huesos atascados en sus bocas.
La población de jirafas ha caído un 40 por ciento en las últimas tres décadas debido a la pérdida de hábitat, la caza furtiva y el cambio climático. «A la gente le encanta ver jirafas», señala Benjamin Hart. «Creo que cuanto más entienda el público sobre ellos, más interesados estarán en su conservación».